I. De amor nadie vive

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Hoy ha sido un día lleno de mucha tensión. He escapado de casa con mi novio Max, dejando atrás todo, dispuesta a comenzar una nueva vida lejos de tantas desgracias, manipulaciones y amenazas.

Viajamos a Las Vegas con planes de casarnos a escondidas. Era donde único nos pueden casar, siendo ambos menores de edad. Además de que el infeliz de mi tío no podrá dar con nosotros. Para mí desgracia, aún no cumplo mis dieciocho años. Casarme es la única forma de emanciparme, pues un embarazo a esta edad no está en mis planes y jamás lo estará. Todo lo que quiero es liberarme de las cadenas que me atan a ese despreciable ser.

He vivido bajo un torbellino de emociones desde que mis padres murieron. Siento que mi felicidad y paz se fueron con ellos a la tumba. Desde ese día mi vida no ha vuelto a ser la misma.

—Te aseguro que valdrá la pena.

—Estoy muy nerviosa, Max.

—Aquí no nos van a encontrar, te lo prometo.

—No es solo él, tus papás también tienen que estar buscándote.

—¿Te estás arrepintiendo?

—No, jamás me arrepentiría de esto.

—Entonces olvidémonos de ellos.

Entramos a la capilla y como habíamos sacado cita previa por teléfono, Max fue a encargarse del proceso y a mí me llevaron a una habitación para cambiarme la ropa que traía puesta, al vestido. Era un traje blanco y sencillo, por obvias razones no era como siempre lo había soñado, pero no por eso lo hacía menos emocionante y especial. Estoy a solo minutos de casarme con Max y todavía no lo podía creer.

Luego de varios minutos, salí de la habitación con destino a la puerta de entrada de la capilla, pensando que Max ya estaría esperando por mí al frente, pero al parecer aún no termina.

Me sentía ansiosa cada segundo que transcurría, pues no veía señales de él. En la dichosa espera, oí la puerta detrás de mí abrirse y a quien menos esperaba ver ahora, era a ese maldito. No me explicaba cómo demonios había dado con nosotros tan pronto. Estaba en compañía de mi chófer, quién es como su mano derecha.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no te largas?

—He venido como testigo, sobrina. ¿Hay algún problema? — pasó por mi lado y se sentó en uno de los bancos, mirando los alrededores como un subnormal.

Que esté tan tranquilo no me da buena espina en lo absoluto. Algo debe estar tramando. Iba a buscar a Max, pero lo vi salir acompañado del hombre que nos recibió. En su expresión pude notar que algo le sucedía. Pensé que ya estaría vestido también, pero ese no fue el caso.

—¿Qué pasa? — su silencio me estaba desesperando—. Dime, ¿qué sucede?

—¿Aún no darán inicio a la ceremonia? ¿Cuánto más hay que esperar aquí? Ya me estoy aburriendo — se quejó Kiran en voz alta.

—Este tipo… claro, esto es obra tuya — Max logró percatarse de la presencia de Kiran y lo enfrentó—. Por llamada me dieron un precio y pagué la mitad, ahora resulta que por arte magia el costo está más elevado. ¿Cuándo será que nos vas a dejar en paz?

—¿De qué hablas, Max?

—¿Sabes que puedo demandarte por levantar calumnias hacia mi persona? — Kiran se levantó de la banca, acercándose a nosotros—. Si no tienes suficiente dinero en el bolsillo para ofrecerle una boda digna a mi sobrina, ¿para qué le haces pasar una vergüenza de este tamaño frente a la gente? — sacó su billetera y le arrojó varios billetes al suelo—. ¿Esto es suficiente, o necesitas que te preste más?

—Eres un canalla — lo encaré—. ¡Puedes tragarte tu maldito dinero!

—Les estoy ayudando y también se quejan. ¿Quién los entiende? Estos adolescentes de hoy en día. No tienen ni en qué caerse muertos y ya están pensando en cosas de adultos — bromeó con el chofer—. No sabes ni cómo limpiarte el trasero y ya estás pensando en casarte, Esmeraldita. ¿Tienes una idea de la responsabilidad que eso implica? Y tú, chamaco precoz, no tienes ni siquiera un trabajo. ¿Creen que vivirán solo de amor? Lamento informarte que el amor todavía no es considerado un método de pago; de amor nadie vive — rio.

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora