LXXIV. Parecido

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Henry y Jared se unieron a la sala, y la señora se fue al lado de ellos. 

—Te los traeré, mi princesa. Nadie se mete con mi hija y vive para contarlo. Falta poco para que esté la cena. Lleven a su hermana a su habitación. Y tú, mi flor, ponte cómoda. Tenemos mucho que conversar todavía.

Ellos me trajeron a lo que sería mi supuesta habitación y mientras Henry se quedaba en el centro, Jared amarraba las cortinas. No puedo mentir, la habitación se veía muy hermosa. Las paredes estaban pintadas del color que siempre había deseado pintar mi habitación; de negro. La ropa de cama era roja y negra. Combinaba perfectamente con la decoración y los cuadros. 

—¿Te gusta tu habitación, hermanita? Nuestra madre se encargó de prepararla para ti. Según ella, el rojo y el negro es el color que le sienta bien a una mujer apasionada. 

—Ustedes me dijeron que solo vendría a conocer a mi papá, no a quedarme. Esto es secuestro. 

—No lo creo. Has venido por tu cuenta y aparte de eso, no estás amarrada. Papá está muy feliz de tenerte aquí. Era obvio que no te iba a dejar ir. ¿Tienes una idea de lo mucho que te ha buscado? 

—Eso no le da derecho a mantenerme aquí en contra de mi propia voluntad. Por supuesto que quería conocerlo y también oír su versión de la historia, pero ¿cuál es la necesidad de obligarme a quedar? 

—Esas ansias de irte tienen nombre y apellido, ¿no es así? 

—Pues no te equivocas. Sabes perfectamente que no le dije nada a Kiran y se preocupará si no regreso a la casa. 

—Deja a ese pobre hombre descansar de ti y que te extrañe. ¿Cuál es tu miedo a dejarlo solo? Ah, ya sé. ¿Tienes miedo de que se revuelque con otra en tu ausencia? — sonrió —. Hermanita, una sola mujer no es suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades. Nuestro cuñado no será la excepción. Lo mismo sucede contigo. Un hombre jamás será suficiente para atender todas tus necesidades y cumplir todas tus fantasias. El sexo con una sola persona llega un momento donde se torna monótono y aburrido. A ti se te nota por encima lo ardiente que debes ser en la cama. 

Lo miré anonadada, sin creer que realmente acababa de decir eso y de esa manera tan descarada. Presioné mis puños, a punto de perder el control por su atrevimiento, cuando sentí los brazos de Jared agarrarme por la espalda. 

—¿Qué demonios estás haciendo? — mi boca se vio tapada por Henry y, cuando me disponía a darle una patada, la atrapó con su otra mano, manteniéndola en el aire. 

—Debo admitir que Kiran tiene buenos gustos cuando de mujeres se trata. Esas caderas que te cargas vuelven loco a cualquiera. Él no debería ser tan egoísta, debe aprender a compartir. A tu mamá solo la vi en fotos, pero tú parecido a ella es indiscutible. Es una lástima que esté muerta, me hubiera gustado probar aquel pastel, pero la vida no es tan injusta, pues nos trajo a la hija; una chica que tiene un cuerpo envidiable, excelentes proporciones y curvas. Y lo mejor de todo, poco usada.

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora