LXXIII. Tus enemigos...

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Esos malditos me mintieron. Ellos dijeron que solo debía venir a conocerlo. No puede ser. ¿Ahora cómo podré comunicarme con Kiran?

—Me encantaría quedarme, pero no puedo.

—¿Ese hombre tiene algo que ver?

—¿Qué hombre?

—Kiran Harper. Tengo entendido que él ha sido tu encargado. Esa gentuza a la que te entregaron, no les importó dejarte en las manos de un lunático.

—No hable así de mis padres o de Kiran, porque gracias a ellos soy esto que soy. No sé cuáles hayan sido sus razones para haber estado toda mi vida ausente, pero la verdad es que considero que es muy tarde para fingir que ahora le importo — logré decir, a pesar del temor que carcomía mi ser.

—Entiendo que me guardes rencor, pero yo no tuve la culpa, mi amor. Quien te alejó de mí fue Luisa; tu madre. Yo quería hacerme cargo de ti, pero ella me quitó ese privilegio.

—¿Y por qué lo hizo? ¿Qué razón tuvo para entregarme a alguien más y alejarme de usted?

—Tu mamá era una histérica. En primer lugar, el trato entre los dos fue sencillo; tan pronto te diera a luz, te entregaría a mis brazos y así conservaba el trabajo. Después de todo, Luisa no tenía nada que ofrecerte. Ni siquiera tenía dónde caerse muerta. Para lo único que servía era para limpiar. Era muy buena empleada. Es una lastima que no aprovechó esa oportunidad que le di.

Sus frías e insensibles palabras me hicieron entender la clase de persona que es; y la razón por la cual mi progenitora decidió alejarme de este ser tan repugnante, algo que le agradezco. Por dentro me sentía irritada, aunque traté de morderme la lengua lo más que pude para evitar decir algo que lo pueda hacer enojar.

—No me mires así, hija. Sé que me equivoqué; que debí evitar que ella te entregara a otras personas, pero supe muy tarde sus intenciones. Aparte de eso, traté de recuperarte, pero esos infelices que te acogieron, sí que se lo tenían bien guardado. Te habrán cambiado el nombre, te habrán convertido en esto que eres, pero en tus venas cargas la sangre Cardona.

Pues yo no quiero cargar esa sangre en mis venas. Solo el hecho de saber que él es mi padre biológico, me da repugnancia. Una rabia se apodera de mí. Alguien tan inhumano, tan asqueroso, jamás podría verlo como mi padre.

—Ahora no hablemos de temas tan indeseables. Para mí lo importante es que te tengo conmigo, que podremos recuperar el tiempo perdido. Eres mi única hija; sangre de mi sangre. Estoy dispuesto a complacerte en lo que me pidas con tal de que me des una oportunidad de demostrarte cuánto te amo.

—¿Lo que le pida?

—Excepto dejarte ir.

Maldito viejo cretino. Muy bien, si las cosas serán así, que no me culpe de lo que pase.

—¿Conoce a Serrano? 

—¿El capo?

—Sí.

—¿Qué pasó con él, hija?

—Me ha estado inflamando los ovarios. Mató a mi mejor amiga y al parecer se ha aliado con mi exnovio para hacerme daño. Quiero que como muestra de su supuesto interés de recuperar el tiempo perdido y de fortalecer nuestros lazos, me entregue la cabeza de esos dos cabrones a mis pies.

—Mira, me has puesto la piel chinita — miró a Margarita y ella solo sonrió—. ¿Has oído eso, mi amor? Definitivamente ella es mi hija. De eso ya no me cabe la menor duda. Tus enemigos, son mis enemigos.

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora