LXXVI. Cazadora o presa

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—Debiste quedarte pérdida — Margarita entró detrás de ellos —. Estarías viviendo tranquilamente en algún lugar y nosotros no tendríamos que tomar medidas. Es solo que cuando a Benjamín se le mete algo en la cabeza, no hay quien le haga cambiar de opinión. 

—Mi papá le advirtió algo. Si no controla a sus hijos, él lo hará por usted. 

—Un accidente lo tiene cualquiera. La culpa no debe recaer en inocentes. Si pude deshacerme de tu madre sin problemas, ¿qué te hace creer que no haré lo mismo contigo? 

—¿Mi mamá? 

—Así es. Esa tonta creía que tu papá se quedaría con ella por haberle parido una escuincle. No sabes cómo disfruté de estar presente cuando tu padre le arrancó la cabeza. Tú y tu mamá están cortadas con la misma tijera. Aquella era una ilusa que se dejó comer el cerebro por mí, mientras que para Benjamín tu solo serás la traidora e infiltrada que trató de venderlo con la DEA. Suena increíble, ¿no crees? 

—¿Así que todo esto lo hace por celos? ¿Qué se siente ser tan patética? Llegar tan bajo por un hombre que en cualquier momento le encontrará reemplazo; ya sabes, una mujer más joven y hermosa que tú. Pensándolo bien, tal vez tengo más hermanos por ahí regados, pero bueno, jamás ni tú ni yo lo sabremos. 

—Dame eso acá — le arrebató el cuchillo a Henry y se acercó—. Veo que tienes agallas, muchachita. Hasta me hubieras podido caer bien, sino fuera que eres un estorbo en mi camino. 

Teniéndola lo suficientemente cerca y aprovechando su ridícula charla, la herí en la garganta con el codo, incapacitándola al instante. Se vio limitada de aire al lastimarle la tráquea y flexionó sus piernas, dándome la oportunidad de arrebatarle el cuchillo de las manos y usarlo ahora en su contra. La adrenalina fue lo que me llevó a actuar de manera rápida. Aunque por dentro estaba en pánico, en mi cabeza solo podía oír los consejos de Kiran: «Tienes que elegir entre ser la cazadora o convertirte en una presa».

—¡No pienso ser una presa! — mis manos se movieron solas, ni yo misma pude controlar el impulso y la fuerza que se apoderó de mis manos en ese instante donde el filo del cuchillo atravesó su costado. 

No había despertado aún a la realidad de lo que había hecho, cuando los cristales de la ventana salieron expulsados sobre nosotras y caí sentada en el suelo junto a su cuerpo. Fue un sonido muy agudo el que retumbó en mis oídos, una especie de chillido persistente se apoderó por unos cortos segundos. Miré hacia ellos y solo vi el cuerpo de Jared tendido a solo centímetros nuestro. Debajo de su cabeza yacía un charco de sangre, aunque en realidad no sabía qué demonios había pasado con él.

Bajo mi aturdimiento alcancé a ver a Henry impactado y asustado, retrocediendo hasta la puerta del baño. Cuando se dio la vuelta, fue cuando vi la silueta de Kiran detrás de él y el alma me regresó al cuerpo. 

—¿A dónde tan apurado? ¿No pensabas darle la bienvenida a tu cuñado? — desde este ángulo me pareció que la puñalada que le proporcionó había sido en la ingle, aunque no estaba del todo segura. 

Su alarido fue desgarrante, especialmente cuando Kiran le dio una vuelta al cuchillo y lo arrancó abruptamente, haciendo que él cayera de rodillas. Cogió la mano izquierda de Henry y la puso en la puerta, atravesando de lleno el cuchillo en la palma de la mano hasta enterrarse el filo en la puerta. Las lágrimas de sangre descendían por la pintura blanca de la puerta. 

—Ese es la mejor forma de controlar una mano suelta— ladeó la cabeza, contemplando la expresión profunda de dolor en Henry y sonrió—. A mi mujer nadie la toca.

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora