XXXX. Trapos sucios

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Kiran

—¿Cómo le fue en el viaje, señor? 

—De maravilla. Me hacían falta unas vacaciones.

—No quiero arrebatarle el buen humor, pero por aquí estuvo el novio de su sobrina hace unos días.

—¿Cómo que estuvo por aquí? 

—Vino preguntando por la señorita. 

—¿Le dijiste que estábamos juntos? 

—Yo no, pero Mariana sí. Ella fue quien lo atendió. 

—¿Qué demonios hacía ese idiota por mi casa? Él jamás se había atrevido a poner un pie por aquí. 

—También me fue extraño, pero supongo que no la ha estado pasando bien sabiendo que la mujer lo abandonó sin decirle a dónde. 

—Bueno que le pase por pendejo. Se creyó que la tenía asegurada ahora que estaban viviendo juntos y se olvidó que no solo se trata de tenerla a su lado, sino de mantenerla bien contenta y complacida; cuestión de que no tenga el más mínimo interés de mirar para el lado o de encontrar en la calle lo que no consigue en la casa. Fíjate, debería estrecharle al menos la mano como agradecimiento por su estupidez. 

—Ahora estoy entendiendo por dónde va la cosa y el motivo de su buen humor. Entonces, ¿la señorita regresa a la casa? 

—¿Y lo dudas? Por supuesto que sí, pero esta vez como mi mujer y como tú patrona. Todo va a cambiar muy pronto. Esa muñequita voy a convertirla en una máquina para matar y seremos indestructibles. 

Esme

No sabía qué hacer con el arma y al escuchar que la puerta de la entrada se abrió, puse todo de vuelta en su sitio. Salí rápidamente a la sala y me topé con él. 

—¿Qué significa esto? ¿Por qué has hecho las maletas, si acabas de regresar, mi amor? 

—Es una historia muy larga, Max. 

—¿Por qué me estás llamando por mi nombre? 

—Porque así te llamas, ¿no? 

—Sí, pero siempre me has tratado con cariño y ahora estás actuando muy extraño. Han pasado varios días desde la última vez que nos vimos y ni siquiera has venido a abrazarme, más ahora tienes las maletas hechas como si estuvieras huyendo de mí. 

Su comportamiento era muy extraño, no lo sé, algo no se sentía bien.

—No estoy huyendo, es solo que tomé una decisión, la cual quiero compartir contigo. No han sido días fáciles. 

—Estoy segurísimo de que no han sido días fáciles, si hasta te desconectaste por completo de mí. Ni una sola llamada. ¿Sabes lo preocupado que estaba? 

—Lo siento. No tenía señal dónde estaba. 

—¿No tenías señal? Pues, ¿y dónde estabas como para no haber tenido señal? 

—Estaba visitando unas propiedades que me dejaron mis padres. Te lo dije antes de irme. ¿Lo olvidaste? 

—No, no lo he olvidado. Como tampoco olvidé que me dijiste que tu tío no iría contigo— bajó la cabeza—. ¿Por qué me mentiste, Esme? 

—¿Cómo lo sabes? 

—Eso no es importante. Respóndeme, ¿por qué me mentiste? 

—Porque no quería preocuparte. Sabía que pondrías el grito en el cielo si te enterabas. 

—¿Por qué no confiaste en mí? 

—Perdoname, te juro que lo menos que quería era mentirte. 

—Pero lo hiciste. 

—Max, perdóname por lo que te voy a decir, pero creo que lo mejor es terminar nuestra relación. 

—¿Tu tío tiene algo que ver en esta decisión? 

—No. Estos días me han servido para pensar en lo nuestro y por eso llegué a la conclusión de que nuestra relación no va a funcionar. Me iré a la casa de mi tío, de donde no debí salir. 

—¿Así cómo así? — apretó los puños—. ¿Tienes una idea de todo lo que he tenido que hacer y  sacrificar para mantener nuestra relación? Te elegí a ti por encima de mí familia y ahora me dejas como si nada. Dime, ¿en qué fallé? ¿Qué hice mal? — sus ojos se cristalizaron, y eso me dolió mucho. 

—Soy yo quien hizo las cosas mal desde el comienzo. Estaba confundida y desesperada por salir de la casa de mi tío y eso me llevó a tomar malas decisiones. 

—¿Desesperada por salir de su casa y ahora como si nada quieres regresar de nuevo con él? Dime la verdad, ¿te gusta tu tío? ¿Es por él que me estás dejando? Para mí está claro que eso es lo que está pasando aquí.

No sabía qué responderle, pues de un momento a otro su expresión se tornó muy seria.

—Yo los vi subirse en el yate ese día, no hace falta que me sigas mintiendo. Un viaje a solas con él y casualmente te logró convencer quién sabe cómo. Bueno, yo sí sé cómo. No dudo que te hayas revolcado con él, conociendo lo calenturienta que eres. Además, él tiene dinero y en eso es en lo que se fijan las mujerzuelas como tú. 

Mi mano aterrizó en su mejilla al sentirme atacada de esa manera. Me sentía ofendida, pero más que eso, cegada por el enojo. 

—No puedo creer que hayas caído tan bajo, Esme. Realmente te creí diferente, pero no eres más que una perra interesada. Una cualquiera que no vale nada. 

—Más bajo que tú, imposible. ¿Quieres que nos tiremos los trapos sucios en la cara? Perfecto. Hagámoslo— exploté—. Por supuesto que iba a preferirlo a él antes que a ti. Me hacía falta un hombre de verdad, no perder el tiempo con un chico como tú que ni para la cama sirve. ¿Quieres saber si me acosté con él o no? Pues sí; y debo admitir que fue el mejor sexo que haya tenido alguna vez. Jamás me sentí tan llena y satisfecha contigo. Por más que te duela, jamás podrás llegarle ni a los talones a un hombre en todo el sentido de la palabra como él. 

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora