XIV. TU O YO

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—Lo prepotente no te lo quita nadie. ¿Toda tu vida has sido así? — guardé el arma en la caja.

—Tal vez. Será mejor regresar. 

Durante la noche, todos se reunieron en la zona del comedor, estaban de humor, pues sus carcajadas las podía oír hasta mi tiendita. Kiran se encontraba con ellos, mientras que Aaron me hacía compañía. Estaba tendido frente a mi tiendita, como si supiera cuál es su rol. Es increíble lo inteligente que es. 

Es difícil saber que nos quedaremos aquí unos cuantos días. Aunque, no todo ha sido malo, pues la comida es deliciosa. Creo que es lo único que extrañaré de este lugar. 

En la madrugada, sin saber bien qué hora era, quedé despierta por la fastidiosa voz de Kiran. Estaba muy cansada, como que la noche anterior no dormí nada. La rutina de ejercicios esperaba por mí y no me convenía quejarme o no sé con qué saldrá hoy. 

Me dolía mucho el cuerpo, pero aun así, traté de esforzarme en hacer lo mejor. Kiran lucía sorprendido, tal vez por la misma energía que quería mostrarle, aunque por dentro estaba hecha polvo. 

La conversación que oí ayer todavía estaba rondando mi cabeza, creo que esa es otra de las razones por la cual me sentía motivada en hacer las cosas bien.

En la tarde, me trajo al campo de tiro. Venimos en compañía de Aaron, quien no ha dejado de seguirme desde ayer. Kiran no dejaba de explicarme las partes del arma y su función. Lo repitió tantas veces que creo que soñaré con eso. Mentiría si no admito que me sentía un poco eufórica. Jamás imaginé que tendría el privilegio de tener un arma en mis manos, pero la emoción que despierta en mí, es algo de otro mundo. Es como una poderosa energía corriendo por mis venas. 

Seguí sus indicaciones, especialmente sus consejos. Me posicioné como me ordenó, y mi pulso se vio afectado por su repentina cercanía. Estaba detrás de mí, con su barbilla recostada en mi hombro y sus manos sujetando las mías, ayudándome a apuntar hacia el objetivo. Era de esperarse que en los primeros intentos no lograra darle a mi objetivo, pero con su ayuda, pude al menos acercarme bastante. La adrenalina es real, la puedo sentir, con tan solo jalar el gatillo. 

—Lo llevas en la sangre — susurró en mi oído, antes de apartarse. 

—¿Qué cosa? 

Se quedó en silencio unos instantes y luego sonrió.

—La mala puntería. 

—Idiota. Algún día podré darle sin tu ayuda.

—Lo sé — sacó el cargador vacío y me lo extendió con el arma—. Cargala — se alejó sin decir nada más, y solo me limité a hacer lo que dijo. 

—¿Tú sí confías en mí, Aaron? — lo miré, negando con la cabeza—. Debo estar loca creyendo que vas a contestarme. 

Kiran vino acompañado de otro hombre. No sé ni quién era, pero ni siquiera tenía el uniforme como los demás. Se fue un poco distante nuestro y Kiran se acercó.

—No es lo mismo practicar con un objeto sin movimiento. 

—¿Qué quieres decir?

—Disparale. 

—¿Qué? Déjate de chistes — lo miré sorprendida.

—No es un chiste.

—Claro, debes estar probándome, ¿no es así? 

—Haz lo que te digo.

—Por supuesto que no. ¿Estás loco? 

—Te he dado una orden, pequeña. 

—Estás llevando esto muy lejos. ¿Cómo voy a dispararle a una persona? ¿Qué demonios te sucede? Ni siquiera lo conozco.

—¿Debes conocer a tu enemigo para dispararle? Fíjate que sí, probablemente te encuentres en una situación donde te veas amenazada por alguien y te den tiempo a presentarte, darle la mano y tomarse un delicioso café — sonrió, retomando la seriedad instantáneamente—. Dispara. 

—No lo voy a hacer. 

—Muy bien— sacó un arma de su espalda; arma que ni supe en qué momento la tomó—. Pongamos las cosas de esta manera: lo haces tú o lo hago yo; tú decides.   

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora