XXXVIII. Cero testigos

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—¿En qué momento me cambiaron a mi muñequita salvaje? 

—No tienes que quedarte si no quieres. 

—Yo sí quiero. Y más ahora que has logrado vencer ese orgullo. ¿Qué tipo de papi sería si dejo solita a mi mami? 

Recordé el momento en que dije eso y no podía sentirme más avergonzada. Debo acostumbrarme a que ahora estará mencionando eso en todo momento. 

—No olvidaré nunca ese momento en que te abriste a mí en todo el sentido de la palabra. 

Definitivamente me costará trabajo acostumbrarme.  

—Muero por bañarme. 

—¿Te sientes pegajosa? 

—Sí. Por tu culpa. 

No era la primera vez que nos bañamos juntos, pues aún recuerdo partes del otro día, pero en esta ocasión fue mucho más diferente y peligroso. Se supone que solo íbamos a bañarnos, pero debíamos mantenernos cerca para que esa corriente de agua cayera sobre los dos. Quién diría que me encontraría en una situación como esta con él; bañándonos juntos, ayudándonos mutuamente con el recorrido del jabón y sin separar nuestros labios un solo instante. El roce de su abdomen en mis pezones solo incrementaba esas ganas de continuar donde lo dejamos. El único problema es que, aunque quería, no creo que mi cuerpo pueda tolerarlo. 

Mientras estábamos en el baño, entregados en esos intensos besos de lengua, escuchamos el toque que provenía de la puerta. Entre protestas decidió salir a atender, por lo que aproveché el momento para secarme y salir. 

—Tengo un pequeño asuntito que arreglar. ¿Me esperas aquí, muñequita? 

—Acabas de delatarte con esa sonrisa tan forzada que me diste. ¿Está pasando algo malo? 

—Parece que se nos adelantaron. 

—¿Cómo que se nos adelantaron?

—No encontraron nada. 

—¿Cómo que no encontraron nada? ¿Estamos en la ubicación correcta? 

—No creo que tu padre haya escrito mal las coordenadas. Ni mucho menos que esos idiotas se hayan equivocado. 

—¿Y qué haremos? 

—Nos iremos de vuelta a casa. Todavía nos faltan otros lugares por investigar. 

—¿Quién va a querer adueñarse de esos cargamentos? En primer lugar, ¿cómo pudieron ubicarlo, si solo nosotros sabemos de la ubicación de ellos? 

—Esa es mi chica. Tienes un punto muy importante. El “solo nosotros”.

—No entiendo. ¿Qué quieres decir? 

—¿Quién más podría saber, si somos pocos los que conocemos de la ubicación exacta de esos cargamentos? 

—Nadie… a no ser que alguien haya dicho algo. 

—Exacto. Me voy por esa segunda opción. 

—Pero ¿quién va a querer apropiarse de esos cargamentos? 

—Estoy seguro que no están detrás de esos cargamentos precisamente. 

—¿Y de qué?

—De ti. 

—¿De mí? ¿Hablas de Serrano o de Cardona?

—Aún no sé, solo estoy suponiendo. Dejame por loco. Quédate aquí mientras termino el trabajo. 

—¿Qué trabajo vas a terminar? Quiero acompañarte.

—No es conveniente. 

—Te acompañaré. 

—Bueno, si tanto insistes, no puedo detenerte. 

Fui a vestirme a mi habitación y él esperó por mí para ir juntos. El ambiente se percibía tranquilo, a pesar de lo que estaba sucediendo. Los hombres de Kiran se encontraban reunidos en una esquina de la cubierta, mientras que los tres buzos se encontraban ayudándose entre sí para subir por la cuerda al yate.

—Han hecho un buen trabajo, muchachos, pero ya no requiero de sus servicios. 

Había pensado hasta el último momento que Kiran se había acercado a ellos para ayudarlos, jamás imaginé que sus planes hubieran sido todo lo contrario. El que esperaba por ellos desde arriba, precisamente el que sujetaba la soga para asegurarla, fue el primero que cayó de cabeza al agua por el impacto de bala que le proporcionó Kiran. Todo sucedió tan rápido que todavía no salía de la sorpresa, cuando sus hombres abrieron fuego contra los otros dos sujetos que faltaban y aún se encontraban en el agua. Lo único que podía apreciar eran sus cuerpos flotando de espaldas en el agua. 

—A esto le llamo: evitar problemas futuros. ¿Estás de acuerdo, mi diosa? — me miró con una relajada sonrisa, ni siquiera se reflejó en él lástima o remordimiento por lo que había hecho. 

¿Realmente este hombre no siente nada?

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora