XLVI. Encuentro

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El día pintaba bien, mejor imposible, pero todo se vio arruinado con la extraña llamada que recibió Kiran. Sin darme explicación alguna, me trajo de vuelta a la casa y se marchó, dejando la marca de las llantas en la entrada. Se veía de muy mal humor, pero no creo que haya sido por mí. Pensé que recibiría una explicación cuando regresara a casa, pero ni siquiera apareció durante la noche. Ni siquiera Mariana tuvo noticias de él.

Estuve sin saber nada de él hasta la noche, que fue el chofer quien lo excusó, diciéndome que tuvo un inconveniente y que estaría fuera de la casa por unos días. No recuerdo que haya dormido fuera de la casa mientras estuvo viviendo conmigo antes. ¿Qué pudo haber sucedido?
El encierro cada día era más insoportable, especialmente la preocupación. Ese infeliz no ha venido, tampoco me ha dado una explicación.

Durante esos días no hice mucho. La verdad es que utilicé al chofer una que otra vez para salir a encontrarme con mis amigas en la cafetería, pues mi auto se lo llevó Kiran. Con tal de no quedarme en la casa haciendo nada, decidí pedirle al chofer que me trajera al centro comercial, donde me encontré con mis amigas.

El chofer estuvo detrás nuestro en todo momento, no me dejaba sola ni para ir al baño, algo que nos tenía incómodas.

—¿No se está excediendo tu tío con esa sobreprotección? Realmente no sé cómo puedes soportar estar de arriba para abajo con un rabo como ese.

—No me queda de otra que acostumbrarme.

—¿No piensas comprarte nada? Tanto alardear de dinero, pero no te he visto entrar a ninguna tienda. ¿Hemos venido solo a pasear por los pasillos?

Ellas tienen razón. Es solo que he estado distraída, pensando en ese idiota que ni se ha inmutado a contactarme. Si no me hubiera hecho ideas en la cabeza, no tendría que pasar por esto.

Compré varios vestidos, pues hace mucho que no salgo a comprar ropa. También escogí algunas prendas para lucir con el nuevo atuendo. Mis amigas no saben que terminé con Max, y pensaron que la lencería que escogí era para él. No considero necesario hablar de esto con ellas, comenzarán a hacer preguntas innecesarias y no estoy dispuesta a responderles. Ellas también hicieron sus compras y luego cada una se fue por su lado.

El chofer vino cargando las bolsas y mientras abría el baúl, dos hombres en traje se acercaron al auto. No aparté la mirada de ellos, pues de cierta manera no me sentía en peligro.

—¿Necesitan ayuda con las bolsas? — preguntó el que aparentaba ser un poco más joven y venía vistiendo un traje azul oscuro con una camisa blanca abierta y sin corbata.

Su sonrisa bufona aparentaba a la del típico chico atrevido y extrovertido. Sus ojos azules se encontraron con los míos y metió su mano en el bolsillo. El otro hombre aparentaba ser más maduro y serio. A diferencia del otro, su traje era negro, al igual que su camisa y este sí traía corbata. Ambos tenían el cabello castaño y peinado hacia el lado. No los había visto antes, pero mentiría si no admito que eran muy guapos.

—Apártese, señorita. Entre al auto— el chofer me cubrió, llevando su mano a la funda de su arma.

—Venimos en son de paz — dijo el extrovertido.

—Así es. No hay necesidad de ponernos nerviosos— enunció el otro seguido.

—Mi nombre es Henry, él es Jared — sonrió ladeado.

—¿Nos conocemos? — cuestioné.

—No. Aún no tenemos el placer, hermanita — soltó Henry.

—¿Hermanita? — mi cerebro se quedó dando vueltas.

—Nos acercamos a la ternerita y ya sale el león de su cueva a defenderla — escuchando el comentario de Henry, es cuando alcancé a ver a Kiran irse al frente del chofer.

—Entonces si saben lo que les conviene, es mejor que no se atrevan a provocarme, o este león les arrancará la cabeza.

—Entonces si saben lo que les conviene, es mejor que no se atrevan a provocarme, o este león les arrancará la cabeza

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Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora