Mentiría si niego que tuve curiosidad, especialmente cuando mencionó a mis padres, por eso fui a mi habitación y me cambié de ropa.
—Cuando vengamos de regreso vas a manejar tu. Por lo pronto, te enseñaré cómo se maneja.
No puse peros, pues me sentía eufórica con solo subirme al auto. Era increíble. Es como volar sin alas. Así sea por una vez en mi vida, quiero disfrutar de esto. Aunque esté lejos de lo que pueda obtener por mi cuenta, no está mal soñar, ¿cierto?
—¿Cómo supiste que era el auto de mis sueños?
—Tu padre me lo dijo.
—Dime la verdad. ¿Por qué lo haces? No eres de hacer algo sin tener un propósito oculto.
—Esta vez no lo tengo. Solamente quise sorprenderte. ¿Por qué todo lo que hago, según tú, debe ser con una mala intención o con un propósito oculto?
—¿Cuánto te costó?
—Los regalos son regalos. Lo que haya costado no es importante.
—Para mí lo es.
—Para mí no. Fue mi dinero y yo decido en qué gastarlo. Solo acéptalo y listo.
—No puedo.
—Si lo dices por el dinero, despreocúpate. He saldado la cuenta, por lo que no tienes que preocuparte por ello. Además, tus padres te dejaron una cantidad de dinero bastante grande en el banco. Ahora puedes disponer de el y vivir como te mereces. No te conformes con tan poco, cuando mereces tanto.
—Debí imaginar que estás haciendo todo esto para que reconsidere la decisión que tomé.
—No, no es así. Te dije que no iba a interferir mientras hicieras las cosas bien. Este auto les servirá a los dos. Míralo como una recompensa por haber vivido conmigo y soportado tanto.
Si Max me ve con este auto y se entera que es un regalo de su parte, estaré en serios problemas. Además de que le haría sentir mal. Aunque sea muy tentador el regalo, no puedo aceptarlo o no podré alejarme de él como quiero.
Llegamos a un edificio muy extraño en medio de la nada. Había dos camionetas blancas de vagón estacionadas al frente. Alcancé a ver a tres hombres a la distancia, con lo que parecían rifles colgando de sus cuellos, aunque no estaba del todo segura.
—¿Dónde estamos?
—Ya lo sabrás.
Entré con él, usándolo de escudo por si acaso. No me daba buena espina el lugar por obvias razones. El pasillo estaba lleno de puertas, pero en la que nos detuvimos era doble. Cuando la abrió, fue como abrir la puerta a otro mundo. Había unas largas mesas de metal, con varias chicas en ropa interior, pero con sus senos al aire. Todas llevaban guantes azules y otras de color crema en sus manos. Incluso traían gafas transparentes y plásticas, con su cabello envuelto en una cola. Había una especie de polvo blanco que era precisamente lo que estaban manejando con sumo cuidado, de lo que quería creer que era harina y no otra cosa que se me estaba cruzando por la cabeza.
—¿Qué es este lugar, Kiran? ¿A dónde me has traído?
—Tu padre operaba desde aquí. Ellos hubieran querido que tomaras las riendas del negocio, por eso te he traído, para que explores los alrededores. Este es el más pequeño. En aquel escritorio que ves por allá, es donde tu padre pasaba la mayor parte del tiempo.
—¿Qué? No entiendo. Ellos eran dueños de una farmacéutica.
—Hace lógica. Esto es como una farmacéutica, pero digamos que es privada — rio.
—No me estoy riendo.
—No seas tan malcriada.
—¿Eso es droga?
—¿Qué crees? Polvito mágico.
—Tenemos que salir de aquí. Si la policía nos encuentra en este sitio, nos llevarán a la cárcel.
—Chiquita, nadie más, aparte de nosotros, sabe de este lugar. Este es un secreto más que deberás guardar.
—Esto es una locura. ¿En qué mis padres estaban metidos? Yo nunca los vi haciendo este tipo de cosas o hablando sobre esto.
—Eso no es algo que se debe ventilar. Tu papá te dejó cinco bases de producción, de las cuales detuve dos de ellas. ¿Y sabes lo que significa eso? Grandes pérdidas.
Caminó y lo seguí de cerca. Salimos al pasillo, dirigiéndonos a otra puerta que daba hacia una especie de oficina. Estaba repleta de documentos y carpetas.
—Tendrás que verte con su abogado para la repartición de bienes que están a tu nombre.
—¿Y por qué no lo hicieron antes?
—Porque exigieron que la única forma de obtener la herencia fuera cuando cumplieras tu mayoría de edad.
—¿Y qué rol cumples tú en todo esto?
—El de tu tío preferido.
—Tú eres todo menos mi tío.
—Oh, ¿todo? — arqueó una ceja.
—Mis padres nunca me hablaron de ti. Tú llegaste de la nada, fingiendo ser mi tío y con un documento firmado por ellos donde supuestamente te dejaban a cargo de mí. ¿Con qué propósito? Dime. ¿Por qué me dejaron contigo si no eres mi tío?
—¿No estás feliz?
—No evadas la pregunta.
—Ya son más de las doce. Estás de cumpleaños. Te has convertido en una mujer en todo el sentido de la palabra frente a mis ojos.
—No sigas cambiando el tema.
—Hay otro regalo que quiero darte, es solo que debes buscar en mi pantalón para descubrir lo que es.
—¡Atrevido!
—Eres una mal pensada. ¿Qué habrá pasado por esa cabecita? Busca — levantó su gabán, dejando los bolsillos despejados.
Aunque dudé mucho para hacerlo, lo traté de hacer rápido. Saqué una pequeña caja cuadrada, la cual observé detenidamente por fuera. Por la forma y tamaño, pensé que podría tratarse de un anillo. Sé que era una estupidez pensar tal cosa, pero así se veía. La abrí, encontrándome con un hermoso collar de oro que tenía un colgante con una esmeralda.
—¿Decepcionada? — sonrió ladeado.
—¿Ahora a qué viene este regalo? ¿Desde cuándo tan detallista? Primero el auto y ahora un collar. Si esto no es tratar de comprar a alguien para hacerlo cambiar de opinión, entonces no sé qué es.
—Para convencer a alguien no necesito de un truco tan gastado cómo ese.
—Ah, ¿no? Entonces, ¿estás admitiendo que ese es tu propósito? Déjame adivinar, ¿vas a extrañar a esta mocosa, malcriada, rebelde y testaruda?
Las palabras me las arrebató de la boca, sin siquiera darme oportunidad de terminar de burlarme. Mis labios jamás habían sido besados de esa manera tan impulsiva, tan fogosa, tan ardiente, como si quisiera devorarlos. Mi cuerpo se vio apresado contra la pared, sintiendo una especie de calor carcomiendo mi piel. Profundizó el beso no solo atrayendo mi boca a la suya por su mano en mi cuello, sino por su lengua. Max y yo nunca nos dimos un beso así, que fuera capaz de debilitar incluso mis piernas. Nuestros labios no se separaban, era como si tuvieran un imán. Estaba consciente de que debía frenar las cosas, pero mi fuerza de voluntad se vio tentada por sus suaves mordidas en mi labio inferior. Lo odio, lo detesto con el alma, aun así, mi cuerpo no parece hacerlo.
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Dulce Veneno I [✓]
RomanceDesde la muerte de los padres de Esmeralda, la custodia absoluta cayó en manos de su tío; Kiran Harper, un hombre cuyo oficio y procedencia se desconoce, pero consta de infinitas conexiones, dinero y poder. Mientras ella lucha por salir de sus garr...