XV. ¿SATISFECHO?

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—Estoy esperando por ti.

—Yo no pienso dispararle a ese hombre. Sabía que te hacían falta tornillos, pero no tantos.

—¿Pensaste que el entrenamiento era solamente hacer ejercicios? Pues no, te voy a entrenar como a los machos. Como me entrenaron a mí e incluso a tus padres.

—¿Qué dices?

—No te hagas la tonta. Sé perfectamente que oíste mi conversación. ¿Me crees pendejo? Conozco la curiosidad que te entra cuando me ves hablar con alguien más. ¿Por qué crees que di tanta información? Ya es hora de que comiences a despertar, a ver la vida como es y bajar de esa nube en la que te encuentras. Esta es tu vida, aquí es a donde perteneces.

—Si no me ocultaras tantos secretos, tal vez no tendría esa curiosidad.

—Bueno, pues ya oíste parte de la historia, que es la única que necesito que sepas.

—Tú me dijiste que mis padres murieron en un accidente automovilístico y ahora resulta que no fue así. Eres un mentiroso. Con eso no se juega.

—¿Eso es lo que más te choca? Entonces te diré las cosas como son. ¿Por qué crees que los velaron con los féretros cerrados? Porque, desafortunadamente, aún no existe algo o alguien capaz de juntar o encontrar piezas perdidas.

—¿Qué estás diciendo?

—Lo único que nos entregaron fueron sus cabezas en una caja gigante, llena de gusanos y mucha tierra.

Tapé mi boca de la impresión, no solo por lo que dijo, sino por la forma en que lo hizo. Su insensibilidad, su falta de tacto y frialdad, son cosas que salieron a relucir en sus palabras. Mi corazón estaba hecho pedazos, porque Dios sabe lo que sufrí el día que me dieron la noticia; y al sol de hoy lo sigo haciendo. 

—Eres un insensible. No tienes sentimientos. Estás podrido. ¿Cómo puedes hablar de esa manera? Eran mis padres. En ese barco también estaba tu hermano.

—Las cosas se dicen como son. ¿Para qué voy a disfrazar la verdad con flores, si la realidad es que en esta vida las únicas flores que veremos, son las que rodearan nuestra lápida; y si es que corres con mucha suerte de que alguien se acuerde de ti o encuentre tu cuerpo. ¿Insensible y sin sentimientos? Así me criaron, y debo admitir que fue lo mejor que pudieron hacer mis padres y lo único que genuinamente les agradezco. Tener sentimientos, solo hará que a la larga o a la corta, te vuelvas esclavo de ellos. Eso sucedió con tus padres, se encariñaron mucho de ti y mira lo que consiguieron. ¿Te das cuenta de cómo son las cosas? Tienes que elegir entre ser una cazadora o convertirte en una presa. No tienes elección.

Mis manos no dejaban de temblar, mis lágrimas brotaban de mis ojos, pese a que trataba de controlarlas.

—¿Ves lo que sucede cuando tienes sentimientos? Llorando no sacas nada. Esa debilidad es la que te llevará a la tumba. Si persistes en no hacerme caso, me tocará quitarte mi protección y dejar que esa gente logre su objetivo. Más que nadie estoy harto de tener que proteger a una niña ignorante y testaruda que no recapacita y no escucha consejos. Si no contaras conmigo, hace mucho tiempo estarías haciéndole compañía a tus padres.

—No menciones más a mis padres. ¡Ya cállate!

—Entonces dispara y demuéstrame que realmente te duele la muerte de ellos.

—¡Por supuesto que me duele, pero no por eso sería capaz de matar a una persona!

—Ese hombre ya está resignado a morir. No va a soltar prendas de su jefe. No es más que una lacra de la sociedad. Secuestraba mujeres, hombres y niños, y luego los vendía en el mercado como si fueran ganado. ¿Aún crees que merece seguir viviendo?

—Dices todo eso para que lo haga.

—No sé si es que tienes el alma muy pura, eres muy inocente o es que eres muy pendeja.

—¡Ya basta de tus insultos!

—La verdad duele, ¿cierto? Es la última vez que te lo ordeno; dispara.

—No.

—Esa misma boquita que se niega a matar a esa lacra, es la misma que se lamentaba cuando murieron sus papis. Y después te atreves a decir que los amaste. Por favor, si realmente lo hubieras hecho cómo te llenas la boca diciendo, te volverías fuerte para hacerle pagar a los culpables de su muerte — me miró de arriba abajo—. Que mente tan cerrada y que desperdicio de cuerpo— sentí la frialdad del cañón de su arma en mi frente—. Para que sean ellos quienes tengan el placer de descuartizarte, mejor te libero de ese futuro tan desgarrador y tormentoso que te espera.

Todo se juntó dentro de mí, unos sentimientos muy dañinos, porque lo pude sentir en el alma, fluir por mi cuerpo, por mis venas, hasta mis manos. Estaba en un punto donde las consecuencias no se cruzaron por mi cabeza, o tal vez se ocultaron en algún lugar.

Todo ocurrió tan rápido, sin siquiera planificarlo o desearlo. Fue como si esa energía se hubiera centrado en mi dedo índice al momento de jalar el gatillo contra esa persona que ni siquiera conocía.

La presión de haber tenido esa arma en mi frente y notar que no le tembló el pulso para hacerlo, fue el detonante para que reaccionara de manera inmediata.

Por primera vez experimenté lo que era descargar el arma por completo. Mi dedo estaba actuando por su cuenta, seguía presionando el gatillo como si de eso dependiera mi vida. No sentí miedo de fallar y, aunque no lo miré siquiera, dentro de mí estaba segura que esta vez debí haber atinado así fuera uno, pues el sonido que hizo su cuerpo al caer en la tierra lo confirmó.

Solamente miré a Kiran, sintiendo las lágrimas recorrer apresuradamente mi mejilla.

—¡¿Satisfecho, cabrón?! — dejé caer el arma al suelo, tirando también con ella mis energías.

Suspiró profundamente y bajó el arma.

—Así es como único puedo encontrarte bonita.

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora