Lo seguí hacia donde me dirigió y le silbó a Aaron desde la distancia. Al ver al perro correr hacia nosotros, me escude de él.
—¿Por qué tienes que traer a ese perro?
—¿Estás esperando que te acompañe a darte un baño?
—Por supuesto que no.
—Entonces él te va a acompañar.
—¿Con qué propósito?
—Es muy inteligente y sobre todo, muy protector. Le gusta proteger a quien le ha echado el ojo.
—¿Echado el ojo?
—No hagas más preguntas y ve. Estaré cerca por si me necesitas.
—¿Y con qué me lavaré?
—Encontrarás el jabón que necesitas en aquella pequeña caja de madera.
Es el colmo que deba pasar por esto y todo por su culpa. Lo que me tranquiliza es que no había nadie más, aparte de Aaron. Todavía desconfío de él, aunque no tiene pinta de que quiera atacarme. Solamente tenían jabón en líquido, nada de champú. ¿Cómo pueden estos hombres vivir así? Ya imagino el mal olor que deben traer encima.
Entré al río y el agua estaba fresca. Verdaderamente me hacía falta después de haber sudado tanto. Mientras me bañaba, veía al perro a lo lejos y lucía tranquilo. Yo no podía estar tan tranquila, no solo por estar en un lugar lleno de hombres, sino por todo lo que escuché. Todavía trato de aclarar mis pensamientos, pero más dudas aparecen. Parece algo de nunca acabar. ¿Qué hago? ¿Debería preguntarle directamente o esperar a que sea él quien me diga las cosas? Si quisiera deshacerse de mí verdaderamente, ya lo hubiera hecho, ¿no?
Salí con cuidado, tapándome con la toalla y me vestí, haciendo malabares con ella. Aaron se me quedó viendo y caminé despacio para pasarle por el lado. Me siguió, manteniéndose a mi lado. Cualquiera diría que en realidad me estaba protegiendo.
—Te ves más fresca.
—¿No hay desodorante?
—Aquí usan limón. ¿Quieres un poco?
—¿Me estás hablando en serio?
—Pequeña, debes acostumbrarte a este nuevo estilo de vida.
—¿Acostumbrarme? ¿Estás queriendo decir que nos quedaremos aquí?
—Solo por los días que te suspendieron.
—¿Qué?
—No pongas esa cara. Vayamos por el desayuno.
El desayuno era lo más decente que había en el lugar. A pesar de estar repleto de hombres que no dejaban de mirarme, al estar acompañada de Kiran y de Aaron, permitió que pudiera comer bien.
—¿Tú no vas a bañarte?
—Lo hice antes de salir de casa. Más tarde lo haré.
—¿Qué haremos ahora?
—Te llevaré al paraíso.
No entendí su comentario, hasta que me trajo a una especie de bodega en madera en medio de la nada. La caminata me sirvió para la digestión. Aunque estaba curiosa por lo que estaba a punto de mostrarme. No se equivocó cuando dijo que era el paraíso, pues abrió cada caja de madera que había, mostrando los diferentes rifles y armas cortas que habían. Jamás había visto un arma antes, solo en películas, pero no se podían comparar.
—Quiero que conozcas a esta belleza que estarás estrenando mañana. Es una Smith & Wesson M&P.
Mentiría si no admito que sentía mucha curiosidad, por esa razón la cogí entre mis manos, mientras la observaba maravillada.
—Pesa mucho.
—No, no pesa nada.
—Los hombres de las películas pueden cogerla con una mano, en cambio yo no puedo.
—Entre más tiempo la tengas en la mano, te acostumbrarás más fácil a ella — vi que giró la cara y escuché como si se estuviera riendo.
—¿De qué te ríes?
—No me hagas caso.
—¿Me enseñarás a usarla?
—Sí.
—¿Por qué? ¿Está bien que lo haga?
—¿Por qué no estaría bien?
—Pues eres tú el que siempre pone un pero — le apunté con ella y se me quedó viendo.
—No está cargada. Así que no pierdas el tiempo.
—¿Y qué pasaría si lo estuviera? — bromeé, aunque fingiendo seriedad.
—No pasaría nada.
—¿Por qué estás tan seguro?
—Porque soy lo único que tienes.
Por alguna razón, su respuesta me provocó una sensación muy extraña en el pecho; como si tuviera miles de hormigas alborotadas, corriendo de un lado para otro.
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Dulce Veneno I [✓]
RomanceDesde la muerte de los padres de Esmeralda, la custodia absoluta cayó en manos de su tío; Kiran Harper, un hombre cuyo oficio y procedencia se desconoce, pero consta de infinitas conexiones, dinero y poder. Mientras ella lucha por salir de sus garr...