Esme
Desperté, siendo invadida por los peores recuerdos que alguna vez haya tenido. Mi cabeza dolía, pero no más que tener la dignidad por los suelos y el hecho de seguir viviendo en este cuerpo, cuya cara jamás podré cambiarla por otra y ni enterrándola en la tierra podría borrar todo lo que hice anoche. No estaba en mi habitación, sino en la de Kiran. Aunque afortunadamente, él no se encontraba por ninguna parte. Mi cuerpo estaba intacto, al menos no se atrevió a hacerme nada ese pervertido.
Quería tirarme por la ventana, sumergirme en el mar y que nunca me encontraran. Sabía que si ese hombre entra por esa puerta, se burlará de mí y con toda la razón del mundo. Este lugar es muy grande, solo debo perderme.
Regresé a mi habitación y me duché. Jamás me había aseado tan rápido. Caminé como una desquiciada por los pasillos, mirando a todas partes, deseando no toparme con él por ahora. No sé qué hora era, pero el sol estaba en todo su apogeo y el calor.
¿Por qué me persigue la desdicha? ¿Cómo pude hacer algo así encima de él? ¿Por qué siempre meto la pata cuando se trata de ese idiota? No hago nada más que no sea el ridículo. Siempre termino dándole razones para burlarse de mí.
En busca de escabullirme de toparme con él, decidí rondar en la primera cubierta, pero cerca de la cocina. Quisiera comer algo, pero ahí podría encontrarme fácilmente y no me siento preparada para verlo. Sé que no podré ocultarme en todo el viaje, pero al menos trataré lo más que pueda de no cruzarme con él.
Hablando del rey de Roma, lo vi a lo lejos entrar por una puerta y bajar unas escaleras en compañía de otros dos hombres que se veían muy sospechosos. No sabía que habían más pisos, en todo momento pensé que esta era la primera cubierta. Iba a cruzar la puerta por la que se fueron, pero la curiosidad volvió a ganarme.
Pensé que sería un viaje tranquilo, dónde solo nos íbamos a limitar a ir a las ubicaciones que me dejó mi padre, pero ese no parecía ser el caso. Estaba muy oscuro, la única luz que me guió fue que se reflejaba por debajo de una puerta. Alcancé a oír unos quejidos, los cuales a medida que me acercaba, se agudizaron. La voz de Kiran era la que resaltaba entre ellos, aunque no entendía lo que decía, pues parecía hablar en otro idioma. Me asomé por la ranura de la puerta y ahí lo vi. No sabía que había una pareja con nosotros a bordo, tampoco que los tendrían con la mitad del cuerpo en una bolsa negra y amarrados con las manos a la espalda. Kiran ajustó el silenciador en la boca de su arma y sin temblarle el pulso le apuntó a la mujer.
—Le poisson meurt par sa propre bouche.
Tapé mi boca de la impresión, al ver cómo se creó un agujero en su frente y la lágrima de sangre se deslizó casi instantáneamente, mientras su cuerpo caía hacia atrás. Desde este ángulo no pude ver más el rostro de ella. En la expresión del hombre pude notar desesperación, no solo por ser testigo de cómo Kiran le arrebató la vida a esa mujer, sino al darse cuenta de que esta vez era su turno. No quise ver más, me tapé los ojos, retrocediendo con sumo cuidado.
—La mer est une alliée.
Subí las escaleras corriendo, tropezando con casi todo lo que había a mi alrededor. No quise mirar atrás, solo correr, aunque no sabía a dónde ir.
—¿Qué hace aquí, señorita? — la empleada que vi ayer en la barra fue quien me detuvo en medio del pasillo—. El Sr. Harper nos prohibió servirle alcohol, así que le ruego que no nos ponga en una situación difícil.
—No vine a tomar.
—Entonces, ¿a qué vino mi muñequita meona a la barra? — escuché la voz de Kiran detrás de mí y quedé paralizada.
ESTÁS LEYENDO
Dulce Veneno I [✓]
RomanceDesde la muerte de los padres de Esmeralda, la custodia absoluta cayó en manos de su tío; Kiran Harper, un hombre cuyo oficio y procedencia se desconoce, pero consta de infinitas conexiones, dinero y poder. Mientras ella lucha por salir de sus garr...