XXXVI. Sentimiento

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—Ni pienses que dejaré que te vayas sin responder mis preguntas. Ese beso no va a callarme, tampoco que vuelvas a apuntarme con esa arma. Estuve viviendo con un completo desconocido por mucho tiempo. Con una persona que creí que era mi tío y ahora resulta que ni un vínculo sanguíneo tenemos. 

—Y dale con el dichoso vínculo sanguíneo. 

—Cállate y escúchame bien, Kiran. Ya basta de secretos. Me cansé de esto. Si tienes los cojones bien puestos como dices tenerlos, demuéstralo. Dime las cosas en la cara. Mis padres fueron asesinados y hace unos momentos dijiste que tus planes eran enviarme con ellos. Eso significa que no estás de mi parte y que muy probablemente estuviste involucrado en eso también.

—Creí que te había quedado claro quién fue el culpable de la muerte de tus padres, pero parece que no lo grabaste. No tengo nada que ver con lo que les pasó. ¿Más tranquila? 

—¿Qué me asegura que no me estás engañando? En primer lugar, ¿qué conexión tenías con mis padres? En la carta él decía que eras un amigo, pero tú eres mucho más joven que él. Así que no podían llevar mucho tiempo de conocerse. Incluso me has dicho que no haces lo mismo que ellos, entonces, ¿cómo se conocieron? ¿Cómo se hicieron grandes amigos? 

—Considero que ese asunto es irrelevante. Ellos están muertos y lo mejor es dejarlos descansar en paz. Ahora bien, dime, ¿habría alguna diferencia si te respondo? ¿Volverán a la vida? No. ¿No te es suficiente con saber que éramos amigos y me encargó cuidar de ti, y que lo hice a la perfección, aún sin tener experiencia en eso de cuidar a una adolescente? 

—No, no me es suficiente. 

—Su hermano era como un padre para mí. Digamos que me ayudó cuando más necesité. 

—¿Hablas de Peter? 

—Sí. 

—Pero hace años falleció. 

—Lo mataron también. De hecho, son los mismos hombres que andaban pisándoles los talones a tus padres. Nada de eso importa ahora. A ti lo que debe importarte es que estás bien. 

—¿Quién eres? ¿De dónde vienes? 

—¿Quién soy? Un retrete.

 Suspiré molesta, clamando paciencia. 

—O tal vez soy un muerto — bromeó. 

—Responde. 

—No sé qué quieres que te diga.

—¿Debo repetir la pregunta? 

—Mmm, bueno, tal vez soy un amigo imaginario que creaste en base a todo lo que desprecias de un hombre; o quizás en el fondo, soy la clase de hombre que te gusta y no ves en ese tal Max. 

No puedo con este hombre y sus comentarios.

—¿Quiénes eran esas personas que venían a bordo con nosotros? — pregunté directamente. 

—¿Así que fuiste quien estuvo husmeando? 

—No te hagas el idiota. Sé perfectamente que ya lo sabías, por eso me encontraste rápido. No desvíes el tema, y responde. 

—Eso no tiene nada que ver contigo, pequeña. Digamos que era un ajuste de cuentas personal. Algo así como un trabajo extra. Debía aorovechar el viaje, así después me lo ahorro. 

A este tipo jamás podré sacarle información. Para mí está claro que no va a responderme nada. 

—No quiero regresar todavía. 

—¿Y ese cambio tan repentino? ¿No me digas que planeas seguir jugando conmigo? 

—No estoy jugando con nadie. Eres tú el que se la pasa lanzándose sobre mí, insinuándose y haciendo esas cosas raras.  

—¿Lanzándome sobre ti? ¿Puedes refrescarme la memoria de en qué momento hice tal cosa? Las veces que has estado sobre mí, ha sido porque tú misma lo has querido así. 

—No hablo de eso. De igual manera, eso no volverá a pasar. 

—Es una lástima que nuestra noche se haya arruinado. Prometía ser una noche bastante entretenida y especial. Si no hay contratiempos, se supone que mañana a primera hora lleguemos a la siguiente ubicación. Descansa, chiquita — con una sonrisa, se alejó rápidamente, perdiéndose de la cubierta en tan solo instantes. 

Han pasado muchas cosas en muy poco tiempo. Tenía muchos sentimientos encontrados. Todavía mi cabeza estaba hecha un lío. Ya no sentía miedo, pero mi cuerpo seguía temblando. No quería regresar a mi habitación todavía, por lo que decidí vagar libremente por las cubiertas y perderme entre pensamientos.

Esta noche promete ser larga. Se ha ido nublando de repente, pareciera que en cualquier momento lloverá. Odio la lluvia y todo lo que venga con ella. Es tan deprimente.

¿Qué es lo que siento? ¿Qué es lo que en realidad quiero? ¿Qué me está pasando? Son preguntas de las cuales aún no tengo respuesta. Esta confusión podré aclararla cuando vuelva a ver a Max. Quiero creer que será así.

Subiendo las escaleras con destino a la cubierta donde se encontraba mi habitación, alcancé a ver al final del pasillo del lado contrario a Kiran, descansando sus codos en las barandas y mirando su reflejo en el cuchillo que traía en sus manos. No sabía descifrar lo que por su mente estaba pasando, pero su expresión no lucía como de costumbre. Por lo regular, siempre anda sonriendo, en cambio ahora se veía muy apagado. Parecía tener una conversación consigo mismo, aunque no podía escuchar qué estaba diciendo. Algo dentro de mí no se sentía bien, no sé qué, pero un sentimiento muy extraño se hizo presente en mi pecho.

—¿Qué haces ahí? ¿Otra vez husmeando? — me miró de reojo, guardando la cuchilla en su pantalón. 

Definitivamente no le pasa nada. Sigue siendo el mismo de siempre.

—Iba a mi habitación. Hasta mañana — subí un escalón, cuando lo oí añadir algo más.

—¿Por qué no duermes conmigo por esta noche?

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora