VII. Control

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—¡Yo no vi nada, lo juro! —fue lo primero que solté, siendo tan idiota de confirmar lo que era más que evidente y no podía disimular

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—¡Yo no vi nada, lo juro! —fue lo primero que solté, siendo tan idiota de confirmar lo que era más que evidente y no podía disimular. 

—¿De qué hablas? — se hizo el desentendido, pero no soy tan tonta como para creer que no sabe nada, si con la sonrisa que me dedicó hace un momento me quedó suficientemente claro. 

—De nada. Me iré a la escuela. 

—Y luego dices que eres una adulta — negó con la cabeza, desapareciendo velozmente del pasillo, mientras que mi cabeza aún estaba procesando las cosas. 

¿Por qué tuve que ser tan curiosa? Me hubiera ahorrado esta vergüenza y ese tipo no tendría cómo seguirse burlando de mí. Es un odioso. Todo siempre me sale al revés. 

Han pasado cinco semanas desde que sucedió esa incómoda situación. He seguido asistiendo a la escuela como de costumbre y de vez en cuando Max y yo nos escapamos de las clases a la azotea. Es la única forma de pasar tiempo solos, pues Kiran no me deja salir con él a ninguna parte, aparte de que el idiota del chófer siempre está vigilándome. 

Hoy nos escapamos de nuevo para estar juntos la última hora que queda de clases. Me gusta estar a solas con él, compartir así sea por unos cortos momentos. 

—¿Realmente podrás esperarme? — me cuestionó, a solo centímetros de mis labios.

—Sí. 

—Estoy ahorrando mucho para nuestros planes. 

—¿Conseguiste un trabajo? ¿Por qué no me dijiste?

—No es la gran cosa. 

—Pero me hubiera gustado que me lo dijeras. Estas semanas han sido un completo caos. 

—¿Es tu tío?

—No es solo él. Mi mente se ha vuelto mi peor enemiga. 

—¿Por qué lo dices? 

—No me hagas caso. No es importante. 

—Para mi todo lo que tenga que ver contigo es importante. 

—¿Lo es? 

—Sí — robó mis labios y solo por instinto, lo mordí, escuchando un quejido de su parte—. ¿Qué haces? — se tocó el labio. 

—Lo siento. ¿Te dolió? 

—No, solo me sorprendió. No sabía que te gustaban esas cosas. 

—No me gustan— negué con la cabeza, sintiéndome como una tonta. 

No se siente igual. ¿Cuál es la diferencia? 

La puerta de la azotea se abrió y alcancé a ver a Kiran.

—Este es el perfecto lugar para encontrar a dos adolescentes queriendo aparearse. 

¿Qué hace este maldito aquí? 

—¿Y así dicen considerarse adultos, evadiendo sus responsabilidades, como lo son los estudios? 

—¿A ti qué te importa? — refunfuñe.

—Tercera ausencia a clases en la semana, estando asistiendo a la escuela. ¿Te parece correcto? — se acercó y lo miré con desconfianza—. Levanta ese trasero del piso y muévete. Te han suspendido por cinco días, al parecer no es la primera vez que lo haces. Espero estés preparada mentalmente para lo que viene. 

—¡A ella déjala en paz! — Max intervino, levantándose del suelo y encarándolo.

—¡Tú cállate, cabrón! — le dio un empujón que lo devolvió al mismo sitio donde estaba sentado—. Los dos me tienen bien inflamados los cojones. Tú eres quien la está sonsacando. ¿Quieres que fracase? ¿Qué puto futuro están esperando tener, si ni para estudiar sirven? 

Nunca lo había visto molesto y eso que siempre he buscado hacerlo enojar, pero nunca lo había conseguido. Siempre había tenido el temple para lidiar conmigo a su manera, pero hoy parece haberlo perdido. 

—Segunda y última vez que te lo ordeno. Levántate y muévete. 

Solo para no provocarlo más, me levanté, recogiendo a su vez mi mochila. 

—Te vuelves a acercar a mi sobrina y no me responsabilizo de lo que te pase — sentenció. 

—Tú solamente eres su tío, no su papá, por lo que no tienes ningún derecho de decidir nada en la vida de ella. 

—Mientras esté bajo mi tutela, soy yo quien decido. 

Quería al menos despedirme de Max, pero Kiran me agarró tan fuerte la muñeca que ni siquiera pude hacerlo. 

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora