LX. Conexión

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Nos detuvimos frente al edificio del apartamento de Max. 

—¿Qué hacemos aquí? ¿Realmente crees que él estará ahí todavía? Si según tú, él está también está involucrado en esto, no creo que sea tan idiota de quedarse ahí. 

—¿Me crees tan idiota? Sé muy bien que no estará ahí, pero tengo entendido que uno de sus amiguitos vivía en el mismo edificio. 

—¿Y qué piensas hacer? 

—Ahora nada. Le daré una visita muy pronto. Ahora bien, quiero confirmar aún más mis sospechas. 

—¿A qué te refieres? 

Puso el auto en marcha y esta vez nos dirigimos a la casa de los padres de Max. Para mí sorpresa, había un letrero de “Se vende” en la entrada. 

—Ahí está la confirmación, pequeña. Si con esto no te queda claro, entonces no sé qué más lo hará. Eso es lo primero que hará alguien asustado y preocupado por su seguridad y la de los suyos. No quiere que tomen represalias contra sus padres. Como si eso fuera a impedirme hacer y deshacer. 

¿Cómo fue capaz? Lo creí diferente. Pensé que era un buen hombre y hasta me sentí culpable en muchas ocasiones por haberlo usado. Ahora me doy cuenta de que nunca conoces completamente a una persona. Si realmente tuvo algo que ver con lo que pasó, él también pagará por la muerte de mi amiga y sus padres. 

Kiran me trajo a una casa, la cual estaba rodeada de un sinnúmero de hombres armados. Nunca había estado aquí, y la verdad es que no sé para qué me trajo para acá. 

—¿Dónde estamos? ¿Y esta casa? 

—Será la nuestra de hoy en adelante. 

—Pero ¿y la otra? 

—Esa casa me trae muy malos recuerdos. Además, aquí estarás más protegida. Todavía tengo asuntos que arreglar por allá. Esos hombres que ves ahí saben lo que les conviene y más que eso, no dudarán en hacerle agujeros a quien intente invadir nuestro dulce hogar. 

—¿Y qué hay con los otros hombres y con quien era mi chófer? 

—Con lo que pasó con ese muchachito, ya no confío en nadie. Se han vuelto unos incompetentes y odio rodearme de gente así. 

—¿Y qué te asegura que esos hombres de ahí son confiables?

—No hay forma de saberlo. Esto es a cara o cruz. El ser humano es así; impredecible. Esta vez no me iré por las ramas, sino por el tallo. El que ponga en peligro tu seguridad, te aseguro que amanecerá con moscas en la boca. 

Su dedo índice tocó mi hombro tan repentinamente que me sobresalté. 

—¿No estás feliz? Estaremos viviendo juntos de nuevo, meona. 

—Parece que no puedo huir de ese destino. 

—¿Y genuinamente quieres huir o lo dices de la boca para afuera? — sonrió. 

Es una pregunta a la que por más que intente tener una respuesta; no la tengo. Es agradable verlo después de esas semanas de haberlo extrañado tanto, pero a la misma vez, tengo miedo de caer de nuevo. Es difícil. Es como si estuviéramos destinados verdaderamente a que nuestros caminos se crucen. Él lo dijo también, y parece ser que no se equivocó. Por más vueltas que haya dado, siempre me encuentro de nuevo con él. 

—No te sientas incómoda con todo esto. Aunque vayamos a vivir juntos, las cosas no serán como antes. Soy lo suficientemente maduro como para aceptar y asumir el papel que me toca; que es el de tu tío preferido. Aun así, quiero que tengas presente que soy como una farmacia; estaré abierto las veinticuatro horas, los siete días de la semana para ocupar todas las posiciones que quieras. Tal vez odias la clase de persona que soy, pero tú y yo tenemos una conexión ajena a toda esa basura; y es que nada de eso importa cuando nuestros cuerpos interactúan entre sí — me encaró y desvié la mirada—. ¿Me equivoco, mi muñequita hermosa?

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora