XXIII. Oferta

2.5K 222 29
                                    

—¿Había necesidad de alquilar un yate tan lujoso y grande?

—¿Quién te dijo que es alquilado? Aparte de eso, es necesario que vayamos a la segura. No sabemos con qué nos toparemos. 

Por dentro parecía como una casa flotante. Tenía la misma pinta, pues había decoración, fornitura, luces por doquier y hasta electrodomésticos. Debe sentirse increíble viajar de vez en cuando en uno.

—Ya estamos todos, así que nos pondremos en marcha.

—¿Conseguiste a los buzos? ¿Dónde están? 

—Te aconsejo no acercarte a ninguno de ellos. 

—¿Por qué?

—Porque yo te lo digo. Te llevaré a tu habitación para que te vayas poniendo cómoda. Deberías ponerte un pantalón corto o un bañador. Con esos pantalones largos te vas a sofocar. Además de que no permites que resalte tu poder. 

—Ni piensas que te dejaré ligarme. 

—Siempre tan arisca. Me gusta. 

Afortunadamente me dio mi espacio y pude ponerme cómoda. La habitación era espaciosa y el baño ni se diga. Había aire acondicionado y una gigante vitrina, dónde se podía ver el puerto. La cama era sumamente cómoda y las mantas gruesas. Me cambié de ropa, poniéndome el bañador rosa, pero con un pantalón corto por encima. Que ni piense que alimentaré su vista. Luego fui a aventurar por las cuatro cubiertas, viendo las demás habitaciones, encontrándome con majestuosas salas amplias, e incluso una especie de casino y bar. También cuenta con dos enormes piscinas; una de agua salada y otra de agua dulce. Ambas estaban identificadas. Había un pasillo adicional que te guiaba hacia los jacuzzis. 

—Mis aspiraciones han cambiado— pensé en voz alta. 

—Ah, ¿sí? ¿Cuáles son tus aspiraciones ahora? 

—Me has dado un susto de muerte. Ya me espantaste la diversión. 

—Has estado vagando por cada rincón. Te veías deslumbrada. ¿Te gusta mi obra de arte? 

—¿De dónde sacas tanto dinero? ¿No me digas que haces lo mismo que mis padres? 

—No. 

—¿Me crees estúpida? Esto no ha debido costar diez dólares. 

—Pero sí cien millones. 

—¡¿Cien millones?! Mis aspiraciones se han desvanecido. Ni mis padres tenían tanto. 

—Puedes obtener más de cien millones en un solo instante. 

—No me jodas. ¿Cómo? 

—Siendo mi mujer. 

Rodeé los ojos y respiré hondo. 

—Eres una molestia. 

—Hagamos una cosa. Hoy me siento de buen humor. Te daré veinte millones si te quitas la ropa. 

Lo miré sorprendida por su inesperado ofrecimiento que, aunque suena muy tentador, lo cogí a broma.

—¿Y crees que verme desnuda vale tan poco? Es muy poca cantidad. Que se note el interés— le seguí la corriente. 

—Doscientos — ofreció, sin dudar. 

—¿Eres igual de generoso con las prepagos?

—No. 

—¿Y por qué conmigo lo estás siendo? ¿Verdaderamente serías capaz de pagar una cantidad tan exorbitante como esa por verme desnuda? Debes estar bien urgido. ¿No sientes ni un poco de vergüenza? Además, estarías perdiendo mucho dinero. 

—Para mí todo lo que tenga que ver contigo jamás será una pérdida, más bien una ganancia. 

—¿Quinientos? —  bromeé. 

Lo dije en forma de broma, pero él no pareció captarlo de esa manera. 

—Trato hecho — respondió automáticamente. 

—Ningún hecho, no estoy negociando contigo. 

—Un trato es un trato. Tu ofreciste una cantidad, y yo acepté tu oferta, por lo que no te puedes echar para atrás. Ahora no hay pero que valga.

No puede ser que haya caído en su trampa. Soy una estúpida.

—No seas tramposo. En ningún momento acepté.

—A pagar con carne lo que me debes, nada de juegos sucios, pues conozco mis derechos, muñequita preciosa.

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora