Sus palabras se quedaron dando vueltas en mi cabeza. Es como si pudiera ver a través de mí y de la confusión que me agobia día tras día. A veces me he cuestionado lo mismo. Los besos de Max jamás me han hecho experimentar las mismas sensaciones que he sentido con Kiran. He llegado a pensar que nos iba mejor cuando no estábamos viviendo juntos. Max ha sido muy bueno conmigo y se está esforzando mucho para que podamos estar bien.
Durante la noche, Kiran me guió hasta la última cubierta, con intenciones de mostrarme lo que había preparado supuestamente para mí. Aunque siento que está tratando de burlarse, pues de todas las cubiertas que hay, me trajo a la que solo me trae malos recuerdos.
Había una mesa redonda en el centro, decorada con un jarrón de rosas rojas y unas velas. Se siente muy extraño estar a solas con él, en este ambiente tan inusual, por llamarle de alguna manera.
—Bienvenida a la tierra. ¿Estamos en la misma dimensión? ¿No dirás nada? Déjame adivinar, ¿estás tan sorprendida que no puedes hablar?
—Es muy raro.
—¿Raro? Vi algo parecido en una revista. Decía que a las mujeres les gusta esto. ¿No te gusta?
—¿Qué estás tratando de hacer con esto? Déjame adivinar, ¿se supone que me enamore de ti y de tu lado romántico?
—Es nuestra primera cena como novios. ¿No estás feliz?
—Desayunamos juntos esta mañana.
—¿No vas a apreciar esta obra de arte que creé con estas manos? Eres malagradecida, muñeca.
—No he dicho que no me guste, es solo que se siente extraño que algo así salga de ti.
—Yo también me siento cabronamente raro. Te confieso que sentía repulsión mientras lo hacía. Esto definitivamente no es lo mío.
—No digas eso. No está mal, me gusta, es solo que no esperaba esto de ti.
—¿Y qué esperabas?
—Tal vez que hubieras preparado una cama al aire libre e invitado a un grupo de prepagos a unirse.
—¿Eso te hubiera gustado más? Y después el raro y pervertido soy yo.
—Eso no fue lo que quise decir y lo sabes. Por supuesto que no me hubiera gustado eso.
—Olvidé lo celosa que eres.
—Yo no soy celosa.
—Entonces, ¿quieres que traiga a ese grupo de mujeres a unirse?
—Mejor olvídalo. Por lo visto, nunca pierdes una.
Cenamos en completo silencio, aunque su mirada estaba centrada en mí. ¿Quién podría imaginar que estaría en una situación como esta con él?
La noche aún era joven. La luna y las estrellas brillaban en todo su esplendor. Me senté en el sillón, haciendo reposo de la comida y disfrutando de la brisa fresca.
—Este sillón tiene muchas historias. Unas más oscuras que otras, pero…
—¿Podrías dejar de hablar sobre eso?
—¿Vas a avergonzarte?
—¿Crees que la ubicación que nos falta por acá contenga lo mismo? — cambié el tema.
—Está prohibido cagar la noche sacando un tema tan irrelevante cómo ese.
—¿Qué es ese frasco?
—Crema batida. ¿Tienes espacio para el postre?
—¿Postre? ¿Y no comiste suficiente postre en la mesa?
—Tu inocencia se verá ultrajada esta noche — se sentó al lado mío —. ¿Qué esperas para sentarte en la falda de tu novio?
—No, gracias.
—Tranquila. Confío en que esta vez no se te va a salir.
Es que me dan tantas ganas de partirle la cara. Solo para no escuchar más tiempo sus burlas, me senté en sus piernas, pero descansando las rodillas de lleno en el sillón. Estar en esta posición es muy vergonzoso. ¿Qué estoy haciendo?
—¿Por qué te comportas como si fuera tu primera vez? ¿No te arrimabas así a tu ex?
—Te he dicho que no es lo mismo.
—En eso debo darte la razón — creó una montaña de crema batida en mi pecho y lo miré sorprendida.
—¿Qué estás haciendo? Vas a ensuciarme la ropa.
—Esto es nada a cómo vas a quedar tú después. Olvidé decirte que tu eras el postre — sentí el roce de su lengua en esa zona y descansé mis manos en sus hombros, sintiendo cómo toda mi piel se erizó—. ¿Así que tu exnovio nunca te hizo estas cosas? Joder, de lo que te has estado perdiendo — descendió mi blusa por el área del escote y volvió a crear otra montaña de crema, acaparándola con su lengua casi instantáneamente.
No podía hablar por el escalofrío que recorría mi cuerpo. A pesar de ver cómo iba descendiendo más allá, no podía dejar de mirar lo que hacía, ni siquiera sentía ganas de detenerlo. Estaba duro, podía percibir su erección aún por encima del pantalón.
Levantó mi blusa hasta el pecho y pude sentir que soltó mi sostén. Todo ocurrió tan rápido que no sabía cómo reaccionar. Una parte de mí pensaba en Max y en lo que estaba haciendo, pero la otra ni se inmutaba en detener las cosas.
—Nos pueden ver.
—Nadie nos verá aquí, estamos en mar abierto— lamió paulatinamente sus labios—; me temo que en unos minutos serás tú la próxima.
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Dulce Veneno I [✓]
RomanceDesde la muerte de los padres de Esmeralda, la custodia absoluta cayó en manos de su tío; Kiran Harper, un hombre cuyo oficio y procedencia se desconoce, pero consta de infinitas conexiones, dinero y poder. Mientras ella lucha por salir de sus garr...