LXV. Intento fallido

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Mi teléfono sonó, interrumpiendo las órdenes que les estaba dejando a mis empleados. Que me estén llamando de la casa no me da buena espina. 

—¿Qué sucede? 

—Señor, lamento muchísimo molestarlo, pero créame que es importante. 

—Suelta la sopa. ¿Qué pasa?

—La Srta. Esme se ha escapado de la casa. 

—¿Cómo que se ha escapado de la casa?

—La señorita amenazó a sus hombres con un rifle que les robó y salió como una demente de la casa, llevándose todo por delante. 

—Es que de verdad esa muchachita no aprende. Ya me tiene inflada las pelotas. ¿Se fueron detrás de ella? 

—Sí, pero no sé si han dado con ella. 

Colgué la llamada, buscando la ubicación de su auto en mi teléfono. El auto no está en movimiento. Aprovechando esa oportunidad, salí a toda prisa de la clínica hacia la ubicación exacta. Me tomó aproximadamente quince minutos llegar. Su auto estaba estacionado en un parque, pero ella no se encontraba adentro. Solamente espero que no se haya adelantado nadie. La alcancé a ver a lo lejos, de pie al puente. 

—¿Qué demonios te ocurre? ¿Por qué saliste de la casa y sola? ¿Has perdido la cabeza? 

Se volteó, y vi su maquillaje todo corrido, como si hubiese estado llorando. 

—Esto es tu culpa. Cualquiera diría que estás tratando de evitar que encuentre a Serrano. A ti siempre se te ha hecho fácil encontrar a medio mundo, ¿por qué no habrías de dar con él? ¿Es que acaso tú también trabajas para él? ¿Es eso? 

—¿Qué mierda estás diciendo? 

—Han pasado varios meses y todavía nada. ¿Cuánto más hay que esperar? 

—¿Dónde piensas que estás? ¿En un videojuego? ¿Ya crees que porque has estado entrenando durante estos meses, ya estás preparada para todo? No me jodas, Esme. Esto no es un maldito juego. Sales sin protección alguna, sin guardaespaldas, ni nada. ¿Qué es lo que buscas? ¿Estás buscando que te maten o qué? 

—¡Estoy buscando justicia!

—Pues no parece. Más bien pareciera que te estás entregando de gratis. Las cosas a la ligera y a lo loco, no traen nada bueno. Ese tipo no va a salir de su escondite hasta que se recupere. 

—¡Excusas, excusas y más excusas!

—Me estoy hartando de tu actitud, Esme. Entiendo cabalmente que estés desesperada y dolida por la muerte de tu amiga, pero eso es lo que te debe dar fuerza e inteligencia para hacer las cosas bien, ¡carajo! ¿Por qué demonios nunca me haces caso? ¡Por esa razón es que estás como estás! ¡Porque eres necia y testaruda! Te crees saberlo todo, cuando no sabes nada. ¿Qué viniste a hacer aquí? ¿Por qué esa actitud tan hostil de la nada? Habías estado tranquila y juiciosa. ¿Qué sucedió? 

Escuché el sonido de una motora cerca nuestro, y la verdad es que ese sonido es inconfundible para mis oídos. Todo ocurrió muy rápido. Fue casi instantáneamente que empujé a Esme al suelo para cubrirla. Podría llamarle intuición, tal vez malicia, pero supe inmediatamente que algo malo estaba a punto de ocurrir. Gracias a los autos que estaban estacionados cerca nuestro, el intento de esa persona fue en vano, pues los tres disparos que hicieron, solo alcanzaron los cristales. Miré por el costado del auto hacia la motora y, aunque la persona tenía un casco, su cuerpo pude reconocerlo. Estoy seguro de que era Max. 

—¡Maldito cobarde! ¡Hasta para disparar eres malo, cabrón! — le grité, a pesar de ver qué el muy cobarde aceleró—. ¡De esta sí que no te escapas! — corrí hacia mi auto y Esme vino detrás de mí. 

—¡Kiran!

—¡Lárgate a la casa inmediatamente! ¡Ya tuve suficiente de tus necedades! Ese cabrón y yo vamos a ajustar cuentas. 

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora