LIV. Despedida

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—No. Eso no está bien — negué con la cabeza, retrocediendo aún más—. ¿Tienes una idea de lo que estás diciendo? Estás tratando de justificar lo injustificable. 

—Así es como lo ves, pero no es así como lo veo. Ya te lo dije, alguien como tú no sería capaz de entenderlo. 

—Y créeme, tampoco quiero hacerlo. 

—Te has retractado, ¿verdad? 

—Yo… 

—No tienes que decir nada. Con tu expresión y titubeo lo has dicho todo. Lo que te dije antes, lo dije en serio. Te estoy dando la oportunidad de irte, y créeme que esta vez no pienso detenerte, tampoco obligarte a quedarte. Si una cosa he aprendido en esta puta vida, es que es mejor estar solo — caminó hacia la puerta y la abrió—. Desde este momento, nuestros caminos van a dividirse. De igual manera, mi trabajo terminó hace mucho tiempo aquí. Mucha suerte en tu nueva vida, chiquita. Estás dando un gran paso a la adultez. Te felicito. 

—¿Realmente es esto una despedida? — un nudo se formó en mi garganta—. Eres patético hasta para eso. 

—Para todo, meona— sonrió ladeado—. Ya no estés triste. No tienes razón para estarlo. De esto se trata la vida, de tomar decisiones por nuestro propio bien. Ahora puede que sea difícil de procesar, pero te acostumbrarás en poco tiempo, te lo aseguro. Cuídate, ¿sí? 

¿Por qué siento como si mi pecho estuviera ardiendo y se me hiciera tan difícil respirar? 

Estaba convencida hace unos minutos que sin importar lo que dijera, iba a quedarme con él y trataría de entenderlo, pero luego de haber oído todo lo que dijo, verdaderamente lo puse en duda. Una parte de mí quiere irse lejos, desaparecer por completo, alejarse de él, pero la otra está luchando por tomar el control, queriendo quedarse. Por más que me guste, no puedo aceptar algo así. Simplemente no puedo… 

Mi corazón se sentía como si lo hubieran aplastado. Todos mis sentimientos se mezclaron al momento de cruzar la puerta. No podía descifrar su expresión, pero su silencio fue lo que acabó de rematarme. 

Él siempre buscaba la forma de convencerme, de buscarme la vuelta, de indirectamente hacerme quedar a su lado, pero ahora no veía en él intenciones de detenerme. ¿Así de rápido se resignó?

Me duele mucho. Nada me había dolido tanto antes. ¿Por qué tuve que enamorarme de alguien como él? Si hubiera sabido que esto iba a ocurrir tarde o temprano, hubiese hecho todo por evitarlo. 

No sabía a dónde iba a ir o qué iba a hacer. Recogí todas mis pertenencias en las maletas. A pesar de haberlo recogido todo, tenía esa sensación de que estaba dejando algo muy importante atrás. La casa de la que antes hubiera hecho todo por salir, es la misma que parecía aferrarse a mí. 

A través del cristal de mi auto, miré por última vez la casa. 

«Tu y yo estamos destinados a estar cerca, tal vez no juntos, pero sí revueltos». Recordar sus palabras fue como un puñal en el centro del pecho. 

Mentira... Todo eso fue una vil mentira. 

Dulce Veneno I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora