Capítulo 15. Yesterday.

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“Mierda” –pensó Sara –“me he dejado el monedero en el estudio”. 

Tuvo que bajarse del autobús y volver sobre sus pasos. Entró en el edificio y subió hasta la planta de arriba. Una vez en la oficina fue directamente hacia la mesa, donde reposaba su cartera. La había sacado parar coger un café y luego se le había olvidado volver a meterla en el bolso. De repente se dio cuenta de que había una luz encendida en la sala de grabación. Se acercó a la ventana. Ahí estaba Paul, sólo, casi a oscuras, tocando su guitarra.

Dudé si entrar o no. Estaba claro que quería estar solo, pero me pareció tan triste… finalmente entré muy despacio. Él no levantó la vista, siguió tocando. La música era preciosa. De vez en cuando paraba, meneaba la cabeza y volvía intentarlo.

-Paul… -dijo Sara muy despacio.

Él la miró un segundo. Luego bajó la vista a la guitarra de nuevo, sin contestar.

-¿Qué haces aquí? –preguntó ella.

-Le estoy dando vueltas a una canción con la que soñé el otro día. Tengo la música, es sorprendente, incluso pensaba que no era mía y que la había oído en algún sitio; pero no doy con la letra adecuada. No se me ocurren más que tonterías.

-Ya la encontrarás, como siempre.

Paul dejó la guitarra. Encendió un cigarro.

-Estaba pensando en mi madre.

Sara se sentó junto a él.

-Aún recuerdo aquel día. Mi hermano no comprendía lo que pasaba, preguntaba por ella todo el tiempo. Y yo fui un imbécil total, me comporté muy mal.

Sara no dijo nada, prefirió que él hablara.

-Lo peor de todo es que ya casi no me acuerdo de su cara. Tengo que hacer un esfuerzo para recordarla, y sólo han pasado ocho años.

-¿No tienes una foto suya?

-No, mi padre tiró todas cuando ella murió, no soportaba mirarlas. Creo que mi hermano aún tiene alguna, pero no quiero ir a pedírselas. Sería doloroso para los dos.

Dio otra calada al cigarro y pensó durante unos segundos.

-A veces me  imagino que vive, y me pregunto qué pensaría de mí, si estaría orgullosa de lo que he llegado a ser.

-Pues claro que sí, Paul, tú eres especial.

Paul la miró y sonrió tristemente.

-¿Especial? Toco bien y canto bien. Sí, estoy en un grupo famoso, gano mucho dinero. Mi padre está orgulloso de mí, porque él era músico, y he hecho realidad su sueño. Pero mi madre no era así. Ella ayudaba a la gente, hacía el bien. ¿Qué coño he hecho yo? A veces creo que llevo haciendo el gilipollas desde hace años.

Sara nunca había visto a Paul de aquella forma, esa faceta suya era nueva para ella. Se preguntó si antes habría tenido la oportunidad de compartir con alguien estos pensamientos.

-No te atormentes así. Hasta hace poco eras un crío, tampoco has hecho daño a nadie.

Paul bajó la mirada. Sí que lo había hecho, pero no iba  a reconocerlo ante ella ni ante nadie. No soportaba la sensación de arrepentimiento. De repente, se avergonzó de haberse mostrado así ante Sara. Trató de recomponerse. Dejó el cigarro en el cenicero y cogió la guitarra.

-Bueno, voy a ver si se me ocurre algo para esta puta canción –dijo.

Sara se levantó para irse. Antes de llegar a la puerta, se volvió:

-¿Sabes? Creo que deberías sacar todo eso que tienes dentro, tu nostalgia, tu miedo, tus sentimientos, y plasmarlos en esa canción. Te sorprenderá el resultado y te ayudará. Será como si te lo arrancaras de dentro y lo dejaras ahí.

-Puede ser –contestó él, y comenzó a tocar.

Cuando Sara salió, estuvo tocando los acordes varios minutos, mientras pensaba. De repente, empezó a cantar:

Yesterday… all my troubles seem so far away

Dos días más tarde Sara subía las escaleras de una bonita casa, humilde pero con aspecto ligeramente señorial. Llamó a la puerta. Le abrió un chico alto, castaño, bastante atractivo y con aspecto afable.

-Hola –dijo ella con una sonrisa -¿eres Mike? ¿Mike McCartney?

-Sí, soy yo –contestó él sonriendo también.

-Yo soy…

-Sara, sí –la interrumpió –trabajas con los Beatles, te he visto alguna vez por allí, aunque no nos habían presentado. Encantado.

Le tendió la mano, y ella le devolvió el saludo. Mike la hizo pasar y le ofreció una taza de té, que ella aceptó encantada. Se sentaron en el sofá. El salón estaba decorado con un montón de fotografías, seguramente hechas por él. Sara sabía que Mike era fotógrafo.

-¿Y bien? –preguntó Mike -¿qué puedo hacer por ti?

Los chicos estaban rodando Help! Se encontraban de viaje en Austria. En el estudio, James y el resto del equipo se afanaban en retocar las  grabaciones para sacar el nuevo LP. Yo no tenía mucho que hacer, ya que mi trabajo se basaba principalmente en los ensayos y actuaciones en vivo, y tampoco había nada todavía que pudiera investigar sobre el caso. De todas formas era pronto aún, se supone que el lío empezaría unos meses más tarde. 

 

Decidí dedicarme un tiempo a mí misma, llevaba unos meses de locura, enredada entre cables y aparatos, viajando por aquí y por allá. Necesitaba desconectar.

 

Pensé que estaría bien aprovechar para estudiar algo interesante. Siempre me había gustado el periodismo y desde pequeña me había encantado escribir. Así que me apunté a un curso de “iniciación para reporteros noveles”, que fue lo único que pude encontrar a esas alturas del año. No era la bomba, pero al menos me entretenía. También quedaba con Cynthia en alguna ocasión para ir de compras o comer.

Era Mayo y ya hacía calor, así que de vez en cuando me iba a la playa. Yo sola. Cogía mis bártulos, montaba en el autobús a Brighton y pasaba allí el día. Me relajaba mucho.

Operación "Línea de Tiempo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora