Capítulo 68. Yoko y los campos de fresas

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-¡Me ha amenazado, lo ha hecho, me ha cogido del cuello!

-¿Qué querías decirme? —interrumpió él con expresión cansada.

-Sólo venía a enseñarte una canción.

-¿Una canción? —dijo él sorprendido. -¿Eso es todo?

-Sí —respondió ella. Recogió el maletín del suelo, se sentó en la cama y sacó el ordenador —es una que compusiste, o que habrías compuesto si hubiera pasado lo de... bueno, ya sabes. Es preciosa.

-Pero tú siempre has estado en contra de eso, de enseñarnos esas canciones.

-Ya, pero es muy bonita —contestó ella distraída mientras encendía el ordenador y sacaba el ratón del bolsillo del maletín —ya lo verás.

John se sentó junto a ella y bajó la tapa del portátil.

-No sé si quiero oírla, prefiero componer mis canciones, esto me parece muy raro.

-Pero es preciosa, John, de verdad, déjame enseñártela —protestó ella mientras intentaba subir la tapa otra vez. John se lo impedía haciendo fuerza hacia abajo.

-¿Por qué tanta insistencia?

-Porque -Sara bajó la cabeza —quiero que todo el mundo la conozca, no me parece bien que caiga en el olvido y...

-Sara -dijo él mientras la cogía de la barbilla para obligarla a mirarle a los ojos, algo que ya sabía que ella siempre trataba de evitar a toda costa, -¿por qué quieres que la oiga? Dime la verdad.

Sara se quedó unos segundos callada, mirándole.

-Porque me muero por escucharte cantarla —dijo muy despacio, sorprendiéndose por su respuesta.

John sonrió ligeramente.

-¿Siempre va a hacer falta que te pida que me mires para que me digas la verdad?

Ella no contestó.

-Enséñamela —dijo él soltando la tapa del portátil.

Yoko escuchaba muy atenta la conversación con la oreja pegada a la puerta. Cuando la canción empezó, la estuvo escuchando unos segundos mientras sonaba:

Let me take you down, cause I'm going to...

-Strawberry fields, nothing is real -cantó con una sonrisa maliciosa; luego añadió para sí misma —lo sabía.

Fue silenciosamente hacia el salón, se sentó en el sofá, encendió un cigarrillo y cogió el teléfono.

-Soy Ono —dijo cuando una voz masculina le contestó al otro lado —tengo una información muy interesante. Es sobre ella.

-Te gusta, ¿no? —preguntó Yoko entrando en la habitación después de que Sara hubiera salido de la casa.

John se levantó de la cama y le dio la espalda, incómodo. Sabía que no podía mentirle.

-Sí.

-¿Y por qué no te la tiras? —dijo ella con indiferencia. —Ya sabes que me da igual.

-Es la mujer de Paul —contestó él enfadado.

-¿Le ha puesto un cinturón de castidad? —rió Yoko.

John no respondió, abrió el armario y cogió una camiseta. Se la puso y fue hacia la puerta. Yoko le cogió del brazo.

-A mí no me gusta —dijo en tono amenazante, —acuéstate con ella, desahógate y dale puerta. No me apetece que se esté presentando aquí cada dos por tres.

John le cogió la mano con delicadeza y la soltó de su brazo.

-Ya lo hice —dijo muy despacio —y fue peor.

-¿Qué tal tu luna de miel? —preguntó Cyn guiñando un ojo mientras cogía la sal para aliñar la ensalada.

Sara suspiró con una sonrisa inmensa en el rostro.

-¡Vale, vale! —dijo Cyn riendo, —me lo imagino. ¿Entonces, todo bien con Paul?

-Genial, aunque quiere que tengamos un hijo ya. Me ha pedido que deje de tomar la píldora.

-¡Qué bien!

Sara bajó la cabeza.

-¿Qué pasa? ¿No quieres?

-Debería, ya lo sé, pero por alguna razón me resisto. Él cree que he dejado de tomarla ya, pero sigo haciéndolo.

-Es por el trabajo, ¿verdad? No quieres dejarlo al tener un bebé.

-No, no es por eso. Cuando me quedé embarazada lo asumí sin problemas. Es sólo que no sé, no estoy segura.

-Explícaselo, habla con él. Pero no estés tomando la píldora sin que lo sepa. Puede darse cuenta o seguir con la ilusión de que le des la noticia cualquier día. No está bien.

Operación "Línea de Tiempo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora