Capítulo 84. Disparos en Saint Paul

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-¿Cuándo van a venir? –preguntó Fields inquieto.

Philips hizo un gesto de desagrado. No le gustaba nada aquel tipo. Su papel había sido importante por su posición en los medios de comunicación, y aún habría de serlo más en el futuro; pero, a diferencia de ellos, no era un agente y a las claras se notaba su nerviosismo constante y su falta de profesionalidad ante situaciones límite, como era el caso.

-No creo que tarden –respondió.

-Ya, pero ¿por qué se han empeñado en quedar aquí? –preguntó Fields. –Este sitio me da escalofríos.

-No cuestiones sus métodos, Fields. Nosotros no lo hacemos. Son gente diferente, y este sitio es un punto de reunión habitual para ellos. Basta ya.

Giró la cabeza al percibir un movimiento a su espalda. Era Ringo, que se había recostado en el suelo, un poco por detrás de George. Cuando vio que Philips lo miraba, le hizo una mueca. Este se volvió de nuevo hacia Fields

-Cálmate, ¿quieres? Tenemos a los cuatro, ha sido más fácil de lo que creíamos, y Ono ya se habrá encargado de la chica.

George se inclinó ligeramente hacia su derecha y encendió el mechero, pegando la llama a las cuerdas que sujetaban las muñecas de Ringo. Paul miró de reojo.

En ese momento se oyó un disparo que venía desde la puerta, allá arriba, y Fields cayó al suelo herido. Philips se volvió rápidamente y disparó. Después se parapetó tras uno de los arcos, asomando media cara para mirar hacia lo alto de las escaleras.

Otro disparo llegó desde allí, haciendo que Philips tuviera que esconderse aún más. Ringo aprovechó para lanzarse por el suelo hacia la bolsa. Sacó el rifle y le apuntó.

-¡Suéltala! –le gritó a Philips, mientras otra bala daba contra el arco tras el que se protegía este.

Philips sabía que estaba acorralado. Pero aún así, alzó la pistola y encañonó a Ringo.

Smith avanzó un par de pasos más, sin dejar de apuntar a Yoko.

 

-Señora McCartney, ya le dije que nos volveríamos a ver.

 

-¡Pensábamos que estaba usted muerto! –exclamé sorprendida.

 

-Ellos también –respondió él. Yoko bufó, meneando la cabeza.

 

-¿Ésa no es mi arma? –pregunté.

 

-Sí. Perdí las mías cuando tuve que salir huyendo de mi apartamento.

 

-¿Cómo la ha conseguido? ¿Y qué hace aquí?

-Leí el mismo papel que ustedes –respondió él, –escrito por Lennon; parece que lo subestimasteis, ¿verdad, Ono?

Operación "Línea de Tiempo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora