Capítulo 22. La disculpa de John.

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Paul se marchó a casa. Le habían propuesto salir aquella tarde, pero no tenía ganas. Subió al pequeño estudio que tenía montado en una habitación del ático y cogió la guitarra. Poco a poco la letra de una nueva canción comenzó a tomar forma en su cabeza, inspirado por los últimos acontecimientos.

La dejó preparada para cantársela a Sara al día siguiente en el estudio, si es que lograba convencerla para que lo escuchara. Deseó que fuera así. Se sentía muy mal. Sabía que había metido la pata, que había sido un idiota y un inmaduro. Pero no podía permitir que eso estropeara lo mejor que le había pasado nunca. Si tenía que pedir perdón, lo haría, aunque para un hombre inglés de su época eso supusiera perder parte de su orgullo.

Aquella noche no dormí nada. Pasaba de la tristeza a la furia en segundos. Me sentía como una estúpida. Qué detalle tan bonito el de Paul el honrar a John con todos los detalles de nuestro encuentro sexual. Le empecé a dar vueltas y vueltas dejándome llevar por mi tendencia a montarme películas en la cabeza. El enfado y el cansancio me hicieron pensar que quizá incluso lo de Jane era mentira, y todo se trataba de una maniobra para conseguir acostarse conmigo.

 

Enseguida desestimé esa posibilidad, estaba segura de que había sido sincero cuando me lo contó. Pero, ¿y si lo había hecho por despecho? No, no podía ser, durante todos esos meses él parecía tan atraído por mí, aunque tal vez sólo de una forma sexual. Me estaba volviendo loca.

 

Recordé el momento en que llamó a mi puerta, el momento en que se acercó para besarme y el último instante en que podía haberme resistido. No podía engañarme: no lo habría impedido, llevaba  deseando hacerlo desde la primera vez que lo vi. Todo lo que había hecho había sido por amor, me había entregado a él en todos los sentidos. Y para él sólo había sido un polvo más… ¿Sería verdad lo que decía Iñaki? ¿Mis ideas de amor eran sólo sueños infantiles?

¿Cómo podía haber caído de esta forma en sus brazos? Mi misión allí era muy importante, la oportunidad que me habían dado era única. Me sentía como una traidora, eso no es lo que se suponía que tenía que suceder.

Al día siguiente decidí llamar al estudio para decir que no me encontraba bien y que no acudiría. Sabía que eso no solucionaba nada, que tendría que enfrentarme al problema tarde o temprano, pero no me sentía con fuerzas para luchar en ese momento. Las últimas dos noches habían sido demasiado para mí.

A primera hora, Paul entró en el estudio con su canción en el bolsillo. Fue directamente a la oficina y preguntó por Sara.

-No ha venido –dijo James, que ya estaba enterado de todo –ha dicho que se encontraba mal.

Paul no dijo nada y fue hacia la sala de grabación, donde estaban el resto con Brian.

-Os lo dije –comentaba George –esto nos va a perjudicar a todos.

Cuando entró Paul, todos se volvieron hacia él. Brian se le acercó:

-Te lo he dicho mil veces y no aprendes –dijo muy enfadado – un tío tiene que saber cuándo quitarse los pantalones y cuándo dejárselos puestos. Tu falta de continencia perjudica al grupo constantemente. Ya sabía yo que esto iba a acabar mal. Me importa un huevo cómo lo hagas, Paul, pero consigue que esa chica venga aquí mañana a trabajar. No podemos perderla ahora, a dos semanas del show. Al menos, hasta que encontremos un sustituto que sepa hacer lo mismo.

Operación "Línea de Tiempo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora