Operación "Línea de Tiempo"

Capítulo 36. Un té peligroso.

-Voy a parar a coger unos bocadillos aquí, ¿te parece? –dijo Paul alegremente mientras aparcaba el coche. Era ya de noche y quedaba todavía medio camino hasta Londres.

Sara no dijo nada, miraba por la ventana distraídamente.

-¿Qué te pasa? –preguntó Paul.

-Nada –dijo ella sin volverse.

-“Nada” otra vez -murmuró él, y salió.

Al cabo de un rato volvió con la bolsa de la cena y la dejó en el asiento de atrás. Se dispuso a arrancar pero se detuvo, volviéndose hacia Sara:

-Es por lo de antes, ¿no? Lo de hacerlo en la caseta.

Sara se volvió hacia él.

-¿A eso le llamas hacerlo?

Paul sonrió maliciosamente durante un segundo.

-A mí me ha parecido que te gustaba.

Sara se encolerizó, sabía que utilizaría ese “detalle” en su contra.

-Físicamente sí. ¡Pero moralmente ha estado mal! –dijo con rabia.

Paul perdió la paciencia.

-¿Moralmente? ¿Tú hablas de moralidad? ¿Tú, que estabas rozándote y coqueteando con un tío delante de mis narices?

-¡No estábamos rozándonos! Haces que parezca algo sucio, cuando sólo bailábamos. Él era español y…

-¡Oh, Dios nos libre entonces de que vuelvas a encontrarte con otro español!

Sara gritó aún más:

-¡No seas sarcástico! ¿Te faltan argumentos para discutir conmigo? Por eso recurres al sexo, ¿no? ¡Yo no soy tu puta, Paul!

Paul sintió ganas de darle una bofetada, no soportaba que le gritaran. “Yo no pego a las chicas, no pego a las chicas” repitió para sus adentros. Trató de tranquilizarse, pero aún así, su voz sonó hosca y contenida, como salida de una profunda rabia.

-Ten cuidado, Sara, no me hables así, no trates de llevarme al límite, te lo advierto.

Sara se acordó de Cynthia y de Anita. La amenaza surtió efecto. Respiró hondo y repitió, en voz más baja:

-No soy tu puta.

-No, no lo eres, no eres ninguna puta. Pero hoy lo parecías, y así es como te he tratado. Si eso es lo que quieres, eso tendrás. Aunque preferiría que fueras mi novia, y que te comportaras como tal, sin faltarme al respeto ni hacerme morir de celos. Me has dejado en ridículo.