Capítulo 46. En el motel.

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El motel Silver River era un auténtico tugurio. Consistía en un edificio central, viejo y destartalado, que hacía las veces de recepción y cafetería mugrienta. Alrededor de ella unas pequeñas casetas, a modo de pareados, conformaban las habitaciones. Olía a rancio y sucio, y la gente que se veía por allí no era ni mucho menos recomendable.

A Sara no le extrañó la impaciencia de Billy, sobre todo si comparaba aquello con la vida de la que disfrutaría posteriormente, llena de lujos y fama.

-¿Cómo sabremos dónde está él? En recepción no nos lo dirán, la confidencialidad y toda esa hostia –comentó John mirando a su alrededor.

Sara atisbó por la ventana de la recepción. Una mujer de unos cuarenta y cinco años, muy ajada y con aspecto amargado, pasaba las hojas de una revista.

-Espera y verás –dijo, y entró decidida.

-Hola –dijo dirigiéndose con paso rápido al mostrador. –Estoy buscando a un hombre, William.

-¿William? –respondió la mujer mirándola de arriba abajo. -¿Qué William?

Sara dudó un instante. Tuvo una corazonada y decidió arriesgarse.

-Billy, Billy Shears. Me dijo que estaba alojado aquí, pero no sé la habitación.

La mujer arqueó las cejas.

-Ah, sí, ya, pero no puedo darle información sobre los clientes.

Sara fingió estar desolada, aunque no le costó mucho.

-Si lo ve, dígale que Sara estuvo aquí, que estoy embarazada, ¿vale? El muy cabrón no quiere saber nada de mí. Mi madre me ha echado de casa y no tengo a dónde ir. Yo sólo quiero que hable conmigo, que me explique por qué ya no quiere verme, si me dijo que me quería.

La mujer se la quedó mirando unos segundos impasible. Chasqueó la lengua y sacudió la cabeza.

-Dígaselo usted, está en la 10 -dijo volviendo a su revista.

Cuando Sara estaba a punto de salir, la mujer gritó:

-Que tengas suerte, pero no te hagas ilusiones; los hombres son unos hijos de puta, ya es hora de que te enteres.

-En la 10 –dijo Sara cuando llegó hasta los chicos.

-¿Cómo coño…?  -empezó a decir Ringo, pero el resto ya corrían hacia la caseta.

El número 10 estaba en la última hilera. Se quedaron parados ante la puerta.

-¿Qué hacemos ahora? –preguntó George. –Si llamamos no nos abrirá y…

John cogió carrerilla y abrió la puerta de una patada. Entró como una exhalación. Los demás lo siguieron.

Operación "Línea de Tiempo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora