Operación "Línea de Tiempo"

Capítulo 67. Lucy en el cielo.

Pasamos dos semanas estupendas. Fuimos a Viena, a París, a Grecia... Allí Paul alquiló un barco y navegamos durante un par de días.

 

Aún recuerdo aquella mañana en la que hicimos el amor sobre la cubierta, bajo el sol, rodeados del mar y nada más...

 

Me cantaba canciones constantemente, hablábamos y reíamos, la verdad es que desde que estábamos juntos no habíamos estado así nunca, tan aislados y alejados de nuestro mundo.

 

Paul fue muy dulce todo el tiempo y se le veía muy feliz. Siempre estaba de buen humor, como un niño grande, con esa sonrisa y ese brillo en los ojos que tanto adoraba.

 

Conseguí olvidarme de todo: del estudio, de los Beatles, de Yoko y hasta de John.

 

Sólo quería disfrutar de mi recién estrenado matrimonio con Paul, descansar y relajarme después de tanta tensión y sufrimiento.

Sabía que cuando volviéramos íbamos a tener mucho trabajo por delante. Después de sacar el nuevo álbum, "The Candle Burns", los chicos iban a volver a las giras. El motivo para abandonarlas ya no existía.

-Oh, mierda, John —dijo Sara poniendo los ojos en blanco. 

-¿Qué pasa? ¿No te gusta? —preguntó él risueño.

-¡Es sobre el LSD!

-Ya, pero está genial.

-Sí, está muy bien —intervino George —tiene una melodía interesante, podemos jugar con sonidos nuevos en ella.

-¡Es sobre el LSD! John —Sara cambió el tono y le miró con intención —ya sabes a lo que me refiero, esto traerá problemas.

-Nadie se dará cuenta —dijo John despreocupadamente.

-¿Lucy in the Sky with Diamonds? —dijo ella enfadada. —No, qué va, casi no se nota. Cámbiale la letra.

-No, se queda como está.

-¿Por qué quieres hacer apología de la droga?

-¿Y por qué no? La tomo a veces, de hecho la canción se me ocurrió durante un viaje. Sería hipócrita negarlo. A Yoko le parece bien, ¿verdad?

Yoko asintió con la cabeza. Normalmente hablaba poco, sólo se sentaba junto a John y observaba atentamente todo lo que ocurría. A Sara le sacaba de quicio. Además, no podía hablar con libertad delante de ella.

-¡Oh, oh! —exclamó Sara moviendo las manos teatralmente. —Entonces ya está, no hay más discusión. Si Yoko dice que está bien, está bien. Da igual lo que yo diga, claro, yo no tengo ni idea de lo que esto implica.