Capítulo 53. La verdad incómoda.

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Sara abrió los ojos y vio a John mirando pensativo hacia el techo. En cuanto notó que se movía, se volvió hacia ella.

-¿Y ahora qué? –dijo en un susurro.

-Ahora toca sentirse mal…

-Pues yo me siento de puta madre –dijo él casi sin dejarla acabar.

-Joder, Cynthia es mi mejor amiga.

-Y Paul el mío.

Sara cerró los ojos y una lágrima rodó por su mejilla, que todavía seguía enrojecida e inflamada.

-Vas a volver a casa con él, ¿verdad?

Ella asintió con la cabeza sin abrir los ojos.

-¿Por qué has hecho esto?

-No lo sé, me salió así.

-¿Por despecho? ¿Por venganza?

-No lo sé, no lo sé, no me preguntes más.

-Será mejor que no digamos nada de esto, Sara –dijo John suspirando.

-¿Qué? –respondió ella abriendo los ojos como platos. -¿Y cómo se supone que voy a mirar a Paul a la cara? ¿Y a Cyn?

-Pues trágatelo, si no quieres que todo se vaya a la mierda.

-¿Te refieres al grupo? –preguntó ella sorprendida.

-Sí, Cyn me da igual, lo nuestro ya está acabado hace tiempo. Y lo tuyo con Paul, ¿para qué estropearlo? Yo ya me he resignado a que no puedo luchar contra ello, él siempre gana.

-Por eso llevas así este tiempo, siendo un borde conmigo y con él, ¿cómo no me dí cuenta? ¿Por qué no me lo dijiste?

-¿Y para qué? –dijo él levantándose bruscamente y cogiendo su ropa. –Escucha, esto no ha pasado, lo olvidaremos.

-¿Podrás hacerlo, John? Si no has podido comportarte estos meses…

-¡Me he comportado de puta madre! He estado ahí aguantando, te acompañé a salvar a Paul sin pensar en nada más que en él y en que estuviera bien- fue hasta la puerta y la abrió –voy a darme una ducha, ya sabes dónde está la salida.

Cuando John salió de la ducha, comenzó a sonar el teléfono. Se acercó y lo descolgó.

-Hola, tío.

Era Paul. John cogió el paquete de tabaco de la mesa y encendió un cigarro, nervioso.

-¿Qué pasa?

-¿Tienes algo que hacer ahora? Necesito hablar contigo.

-Creía que el señorito Paul no pegaba a las chicas.

Paul exhaló el humo del cigarrillo.

-Es que me sacó de quicio, no veas la escena que me montó, llamándome cabrón y hablando de mi madre.

-Ya –dijo John. –Pero ten cuidado, tío, está embarazada.

Paul se sorprendió, John no había tenido nunca reparos con ese tema.

-¿Qué dices? No le voy a dar una paliza.

-Me refiero a que tengas cuidado con cómo la tratas, porque aunque creas que la tienes doblegada, no es así. Podrá estar a tu lado tragando todo lo que le hagas, pero si te pasas demasiado, la perderás, te lo aseguro.

Paul se quedó mirando a su amigo. Su tono le había sonado a amenaza. No era tonto y llevaba ya tiempo sospechando algo.

-No voy a permitir que me insulte, por mucho que la quiera. La comprendo, pero eso no es excusa para que me falte al respeto. Soy un hombre.

-Hay muchos tipos de hombres –contestó John.

Paul respiró hondo, pero no pudo evitar que sus palabras y su expresión se volvieran muy duras; no porque realmente sintiera lo que decía, sino porque, inconscientemente, trataba de provocar una reacción en John para confirmar sus sospechas

-Y te aseguro que está doblegada. No por lo de ayer, sino porque sí. Lo noto cada día, cada noche y cada vez que lo hacemos. Es mía, ella lo sabe, y tú también.

John hizo un tremendo esfuerzo por mantenerse impasible, pero por dentro le hervía la sangre. Era cierto que la Sara que había conocido hacía dos años no era la misma desde que estaba con Paul. A las claras se veía lo enamorada que estaba de él y la sumisión que le mostraba. Eso le cabreaba mucho.

Recordó cada una de las escenas de la noche anterior, cuando la tenía debajo, en la cama, disfrutando de su cuerpo y de su cariño, escuchándola gemir. Cuánto hubiera deseado poder decirle en ese momento lo que había pasado, tirárselo a la cara y disfrutar de su victoria. Pero sabía que no podía.

Ambos amigos se quedaron callados, fumando y mirándose de vez en cuando. Tragándose su incómoda y dura verdad, sin atreverse a abordarla.

Operación "Línea de Tiempo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora