Capítulo 9. Errores y más errores.

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Paul se asomó al escenario a través de las cortinas. Iban a actuar en un estudio de televisión, para el show de Ed Sullivan. George y Sara habían hecho varios cambios en los amplificadores, el sonido en el estudio de grabación había mejorado algo, pero no habían tenido tiempo de buscar la forma de adaptarlos correctamente a la instalación que tenían allí.

Vio a Sara con el bajo puesto, tocando una por una las cuerdas, combinando distintas notas. Miraba hacia arriba y asentía. Paul siguió su mirada, James se encontraba en los asientos de tribuna, los más altos, justo enfrente del escenario. Hacía gestos con la mano, indicando cuándo el sonido era bueno. Luego volvió la vista otra vez hacia Sara, llevaba la misma camiseta azul que James, que ponía la palabra “Técnico” por detrás y “The Beatles” delante. A ella le quedaba justo encima de los pechos. Paul sonrió.

Al principio todo parecía ir más o menos bien. Comenzaron tocando All my loving, y el sonido era bastante aceptable.

 

Aunque me tocó estar sentada en un lateral junto a James, en el suelo, donde las cámaras no grababan, me sentí muy orgullosa de pertenecer a todo aquello. Era historia, o mejor dicho, ahora era  mi presente.

 

Paul estaba increíble, inmenso en el escenario, rebotaba por todas partes, con esa capacidad que tenía para llegar al público. Las chicas se volvían locas. Una de ellas, un poco más arriba de donde estaba yo, le enviaba besos a Paul de una forma obscena. Otra chica gritaba su nombre a la vez que saltaba sin parar; tuve que reconocerlo, es verdad que esa noche estaba guapísimo.

 

George también estaba disfrutando de lo lindo. En su solo de guitarra comenzó a sonreír y a bailar, lo nunca visto. Parecía que el resultado le agradaba.

 

Pero duró poco. En el momento en que comenzaron a cantar She loves you se oyó un tremendo griterío, casi me dejan sorda. Estaban todas como locas. Los amplificadores no pudieron con aquello. Las voces se quedaban ahogadas; ni yo, tan cerca que estaba, podía oírlos bien. Qué rabia sentí, tanto trabajo al final para nada. “Malditas gritonas” -pensé.

 

George me miraba entrecerrando los ojos con una mueca. Qué desastre. Y para colmo John, de tanto esforzarse por hacerse oír,  acabó desafinando un montón. Me tapé la cara con la mano, justo antes de ver cómo me dirigía una mirada de enfado. Paul, sin embargo, no perdía la sonrisa. A él no le preocupaban tanto las cuestiones técnicas, disfrutaba siendo el centro de atención, sabía que todos esos gritos iban dirigidos a él.

 

La siguiente canción, según el repertorio, era I saw her standing there.

 

Cuando comenzó la canción, y antes de empezar a cantar, Paul me miró sonriendo de oreja a oreja y me guiñó un ojo, ¿por qué hacía eso? Al oír la letra caí en la cuenta. La historia se asemejaba mucho a lo que había pasado en el Broken Hall. El momento en que se acercó a mí, cuando me cogió de la mano, cuando bailamos… Y hablaba de enamorarse de esa chica y de no volver a bailar con nadie más. James me miró con intención y yo le respondí con una mueca de desagrado.

 

Paul me miraba de vez en cuando y se reía. Creo que disfrutó mucho avergonzándome así. Era su venganza por rechazarle una y otra vez. Luego diría que era sólo una canción, que se trataba de otra chica. Decidí no decir ni una palabra al respecto. Me haría la digna y no le daría pie a nada más.

Operación "Línea de Tiempo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora