14. Imposición

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 Tirié se despertó de golpe, respirando profusamente.

 Le dolía mucho la cabeza y la pierna. Se llevó la mano hacia la frente, pero al rozarla el dolor aumentó y tuvo que cerrar los ojos.

 Cuando el dolor se pasó, abrió los ojos. Estaba metida en una cama y con un camisón blanco que no recordaba haberse puesto. Por la ventana entraba la luz del mediodía.

 No era una habitación muy grande y apenas estaban la cama, un escritorio sobre el que solo descansaba el orbe de Ulema, una silla, un espejo y un armario empotrado.

 La joven se quitó de encima las sábanas y posó sus pies desnudos sobre el suelo de madera, pero, cuando se fue a levantar, al apoyar el peso sobre la pierna izquierda, sintió un gran dolor y se cayó al suelo.

 Escuchó unos pasos fuera de la habitación y alguien entró por la puerta.

 La ulema alzó la mirada para encontrarse con un chico encapuchado.

 -¡Tirié! -sonó la voz de Klair mientras se acercaba- ¿Estás bien?

 El hijo de Eburneo la ayudó a levantarse y a sentarse en la cama.

 -¿Qué ha pasado? -preguntó la joven.

 -Apareciste en el patio inconsciente. Cuando nos acercamos vimos que tu teletransportador estaba roto. Nuestro médico te examinó y vio que tenías una pierna rota y que habías recibido un fuerte golpe en la cabeza. Supusimos que habías usado el teletransportador antes de caer inconsciente.

 -No, yo no lo usé.

 -¿Qué pasó, Tirié?

 -Cuando salí de la prisión, fui a buscar a Sver... y tras unos días... lo encontré.

 -¿En serio? ¿Y qué pasó?

 -Él... y yo...

 Tirié calló durante unos segundos y luego rompió a llorar.

 -¡Él y yo nos dijimos cosas horribles! Y luego... luego yo le ataqué. 

 Tirié continuó llorando y Klair no sabía muy bien que hacer. Intentó poner una mano sobre el hombro de la joven, pero esta la apartó. Luego, como si se arrepintiese, Tirié se lanzó sobre Klair y le abrazó mientras seguía llorando. El joven la abrazó de vuelta.

 -Tranquila, tómate tu tiempo.

 Sin embargo, Tirié se apartó, se sentó con la espalda recta y dejó de llorar. Sofocó un par de sollozos y luego dijo:

 -Lo siento. No tendrías por qué haber visto eso.

 -No pasa nada. Necesitas un tiempo a solas. Volveré en un rato y...

 -No, no hace falta. Ya estoy bien.

 -¿Seguro?

 -Sí. ¿Querías saber qué pasó con Sver? 

 Antes de que Klair pudiese responder, Tirié empezó a explicarlo todo.

 -¿Te dieron un golpe y te desmayaste? -preguntó Klair cuando Tirié terminó.

 -Sí, lo siguiente que recuerdo es despertarme aquí.

 -¿Pudo haber sido tu amigo con su orbe?

 -No es mi amigo, pero no, no pudo ser él. Había perdido su conexión con el orbe de Ulema.

 -Pero no había nadie más, ¿no?

 -No. No que yo sepa.

 Klair reflexionó durante un rato.

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