Sver llegó al pueblo más tarde de lo que se esperaba. Había tenido que pasar la noche en el pinar y para cuando salió de él ya estaba atardeciendo otra vez. Sin embargo, tal y como aquel chico le había dicho, el pueblo descansaba a la falda de una montaña.
No tardó mucho en llegar. Había algunas personas por ahí, pero no era nada fuera de lo común. Estaba demasiado cansado como para hablar con alguien, así que buscó directamente la posada, pero cuando finalmente llegó, descubrió que estaba cerrada a cal y canto.
El joven maldijo por lo bajo y se sentó en el suelo junto a la puerta.
-Aunque te sientes ahí no van a abrir la puerta.
Sver levantó la mirada y vio en frente suyo a un anciano vestido con ropa marrón y el pelo canoso. Llevaba un par de muletas.
-Supongo que no -dijo Sver.
-¿Qué te trae por el pueblo, chaval? -dijo el anciano mientras intentaba sentarse al lado del ulemo.
Al ver que tenía problemas, Sver le ayudó a sentarse.
-Simplemente estaba de paso. Pensaba descansar unos días aquí, pero creo que va a ser difícil.
-¿De dónde vienes? -preguntó el hombre.
-De Uljor.
-¿Dónde está el monasterio ulemo? Has dado un paseo bastante largo.
-Y que lo digas.
-Entonces, juzgando por el orbe que tienes en tu bolsa no me equivoco al asumir que eres un ulemo, ¿no?
Sver miró su bolsa. La había dejado al lado suyo y se podía ver el orbe de Ulema dentro.
-Eres observador -dijo el joven mientras cerraba la bolsa.
-Tengo muy buena vista para mi edad -se rio el anciano.
-Pues sí, soy ulemo.
-Creía que solo quedaba el viejo Krada.
A Sver no le sorprendió que dijese el nombre de su maestro. Krada era bastante conocido.
-Bueno, soy su alumno.
-Increíble. Creía que la cultura ulema moriría con ese hombre. Por cierto, ¿todavía tienes algo de energía dentro de ti?
-La justa para cumplir las funciones biológicas básicas.
-¡Ja! Pues si estás dispuesto a aceptar un reto, en aquella colina vive una amiga mía. Será un poco huraña al principio, pero si le dices que te he enviado yo, debería dejar que te hospedes. Creo que es mejor opción que pasar la noche en la calle.
-Quizás sí.
El anciano intentó levantarse y Sver le ayudó.
-¿Cuál es tu nombre?
-Me suelen llamar el Anciano. Pareces buen chaval. Ahora deberías ir antes de que anochezca.
-Gracias -dijo el joven.
Ya había anochecido cuando Sver logró subir la colina. La casa que el anciano le había indicado estaba bastante más lejos de lo que se esperaba y llegó con las piernas doloridas.
La casa estaba hecha de piedra y era bastante grande. Tenía un jardín delantero bastante bien cuidado, con muchas flores blancas que reflejaban la luz de la luna llena. Por algunas ventanas salía luz, teñida de naranja por unas cortinas.
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Esdria
FantasíaHace mucho tiempo, Lord Emón descendió de los cielos para desterrar a los demonios, grotescas criaturas de más allá de este mundo Ahora el mundo de Esdria es mucho más tranquilo y los demonios rara vez se ven Esta es la historia de cinco jóvenes de...