18. Prinrec

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 Ya habían pasado unos días desde que Sver, Shura y Tenai viajaban juntos. La sombramante iba montada encima de Lars mientras que Sver y Shura caminaban, él con el orbe de Ulema orbitando a su alrededor y ella simplemente con su capa blanca por encima.

 Ese día, llevaban moviéndose durante varias horas y Sver se había quedado algo rezagado.

 -¡Esperadme! -dijo mientras intentaba recuperar el aliento- Vais demasiado rápido.

 Shura y Tenai se detuvieron y miraron a Sver hasta que llegó a ellas.

 -Pareces algo cansado -dijo Tenai burlona.

 -¿Tú crees? -respondió Sver entre respiraciones- Tenai, te importaría que fuese encima de Lars yo también.

 -Prueba a subirte.

 Sver reunió las fuerzas que le quedaban e intentó subirse al animal, pero este soltó un rugido y tiró al suelo al ulemo. Tenai empezó a reírse.

 -¡Sabías que iba a hacer eso! -le recriminó Sver a la sombramante.

 -¡Por supuesto que lo sabía! Los hoschis son muy desconfiados. No te esperes que deje que te subas hasta dentro de un tiempo.

 -Pero de buena gana se deja acariciar.

 -No culpes al pobre Lars -dijo Tenai mientras le rascaba la cabeza. 

 Shura usó su telequinesis para levantar al ulemo.

 -No te preocupes, Sver. Prinrec no queda demasiado lejos. Pronto podremos descansar -dijo la psíquica.

 -Shura, ¿tú no estás cansada?

 -No. Me hago levitar parcialmente para caminar con más facilidad. Ahora, vamos. Preferiría llegar antes de que se haga de noche.

 -No vayáis tan rápido, por favor.

 -Eres tú el que decidió emprender el viaje a pata -se burló Tenai.

 -Agh. Shura, ¿puedes usar un poco de esa levitación conmigo? -preguntó Sver.

 -Lo siento, pero eso sería más inefectivo que no hacer nada. 

 Sver suspiró y siguieron viajando. 

 Tras un rato, empezaron a ver una ciudad amurallada. Más tarde estaban en frente de una de las entradas, que estaba protegida por un par de guardias. Sver ya podía notar el placer de poder sentarse.

 -Buenas tardes -saludó Shura cuando pasaron se acercaron a los guardias, pero estos les cortaron el paso.

 -No se le permite el paso a nadie. Órdenes del gobernador -dijo uno de los guardias.

 -¿Qué? ¿Por qué no? -preguntó Shura, desconcertada.

 -Su majestad, el príncipe de Oronus está en la ciudad.

 -¿El hijo de Emón está aquí?

 -Sí. Por motivos de seguridad no se le permite el paso a nadie.

 -Está bien. ¿Cuándo podremos entrar?

 -Mientras el príncipe esté en la ciudad, nadie entrará.

 Tenai se bajó de Lars y se encaró con el guardia, que le sacaba un par de cabezas.

 -¡Vais a dejarnos a entrar os guste o no! -exigió la sombramante.

 -Tenai -empezó a decir Shura-. Seguro podremos descansar en algún pueblo...

 -Ni hablar -dijo Tenai antes de volver a dirigirse a los guardias-. Por si no os habéis dado cuenta, mi amigo apenas puede mantenerse en pie -explicó mientras señalaba a Sver que se había sentado-. Llevamos viajando y planeando venir aquí desde hace varios días. ¡No vamos a cambiar nuestra ruta ahora! ¡Y no vamos a movernos de aquí hasta que nos dejéis pasar!

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