66. La historia de Tenai

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 Cuando consideraron que estaban lo suficientemente lejos, Sver, Shura y Tenai se tomaron el lujo de parar a descansar. Durante el tiempo que habían estado alejándose de la casa de Naidia, apenas habían hablado y, para cuando pararon, estaban demasiado cansados para hacer nada que no fuese dormir.

 Ya al día siguiente, Sver y Shura se despertaron y empezaron a hacer su combate de entrenamiento rutinario, aunque con poco ánimo. El ulemo caía al suelo con mucha más frecuencia de la habitual, casi tanta como cuando empezaron a entrenar por primera vez.

 —Lo siento —dijo una de las veces que se cayó al suelo—... No sé, es que estoy un tanto desmotivado.

 —¿Por lo de Krada?

 Sver asintió. Cuando Naidia le dijo que su maestro había sido uno de los tronos de los Ojos Blancos, sintió como si algo dentro de él se hubiese roto.

 —¿Por qué no me dijiste nunca que fue uno de los Tronos? —preguntó tras un rato.

 —Una parte de mí pensaba que era obvio. Dos de los Tres Generales que nos hemos encontrado eran Tronos, y sabiendo que Krada fue uno de los Generales... Por otro lado, veía que tenías tanta fe en él que no quise correr el riesgo de arruinártelo.

 —¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Sobre cuándo estabas en los Ojos?

 Shura hizo una mueca, pero asintió.

 —¿Son todos los Tronos...? ¿Cómo decirlo?

 —¿Sádicos y personas horribles como Zuei o Eburneo?

 —Exacto.

 —Bueno... No todos. Esta generación de Tronos está llena de gente horrible, y Eburneo es el peor monstruo de todos. Pero no todos son así. ¿Te acuerdas de Saidas? ¿Y de la primera vez que nos conocimos?

 —Es el trono al que nos enfrentamos en el templo de Ulema, ¿no?

 —Sí, pero nos lo encontramos antes. Cuando entramos en Agdenor nos atacó un demonio y él nos salvó. Mientras tú ayudabas a sus soldados yo hablé con él. Me dijo que no iba a intentar atraparnos cuando le habíamos ayudado a vencer un demonnio.

 »Krada tendía a ser ese tipo de trono.

 Sver sintió cierta sensación de alivio. Pero algo le inquietó.

 —¿"Tendía"?

 —Krada no fue ningún héroe, Sver. Hizo cosas buenas, sí, pero también hizo cosas horribles. Aunque sospecho que eso le ha pasado a la mayoría de los miembros de los Ojos.

 —Quizás se dio cuenta y por eso dimitió... ¿Tú llegaste a conocerlo? En persona, digo.

 Shura tardó un poco en responder.

 —Sí. Lo conocí cuando aún era general.

 Antes de que Sver pudiese decir nada más, Tenai se acercó. No sonreía y tenía los ojos apagados.

 —¿Habéis terminado de entrenar? —preguntó sin mucho ánimo.

 Shura miró al ulemo, que suspiró y asintió.

 —Perfecto —dijo Tenai antes de señalar a la psíquica—. Entonces vamos, quiero entrenar yo también.

 Sin decir nada más la sombramante se alejó y se cruzó de brazos. Shura miró por un momento a Sver, casi tan extrañada como él, pero al final se levantó y se puso a una distancia prudencial de su amiga.

 —Estoy lista cuando tú lo estés.

 Sin decir nada, Tenai se lanzó hacia el suelo, pero en vez de golpearse, se sumergió en una sombra. Al poco emergió detrás de Shura, que se giró para bloquear un ataque.

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