30. La marca del hechicero

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 Efnu y Klair respondieron inmediatamente. El primero desenfundó sus dos espadas, y el segundo tomó su arco plateado, en el que una cuerda de luz apareció. El joven la tensó y una flecha etérea y brillante apareció. Tirié fue la última en reaccionar. Sacó su orbe de Ulema y lo preparó para luchar.

 Cuando se giró, vio que la jaula la habían reventado, al igual que la vasija contenida en ella. Alrededor, yacían los cadáveres de los soldados que los acompañaban. Sus rostros eran los de alguien que iba a gritar, solo que con los ojos completamente en blanco.

 Tirié quedó tan impactada con lo que vio, que le costó darse cuenta de lo que estaba ocurriendo justo encima.

 Sobre ellos, se formaba una miasma oscura con un brillante punto azul celeste en su interior moviéndose a altas velocidades.

 —¡Dispara al punto azul! —ordenó Efnu.

 Klair soltó la cuerda y la flecha etérea salió a altísima velocidad de su arco hacia la miasma con un gran estruendo. Aunque para el resto de personas habría sido imposible, el chico acertó fácilmente su objetivo: La flecha golpeó de lleno en el punto.

 De este, salió un grito gutural, aunque parecido al de un hombre.

 Inmediatamente después, la miasma salió volando a lo lejos y desapareció.

 —¿Qué era eso? —preguntó Tirié, asustada.

 Sin responder, Efnu clavó sus espadas en el suelo, se llevó la mano a la boca y empezó a escupir un fuego blanco, que se condensó en una esfera. Luego, llevó esa esfera al suelo y el fuego blanco se propagó, llenando el suelo de llamas, en un círculo que engulló a los tres jóvenes.

 Tirié temió quemarse, pero no ocurrió.

 —¿Qué está pasando? —preguntó nerviosa.

 —El hechicero escapó —dijo Efnu.

 —¿Y qué es este fuego?

 —Todo lo que necesitas por ahora es saber que mientras estemos en el círculo de llamas, estamos protegidos.

 —Efnu, ¿qué hacemos? —preguntó Klair, nervioso.

 —Ponte en contacto con Lord Emón e infórmale.

 El chico asintió y cerró los ojos.

 —Espera, ¿podéis contactar con Emón? —preguntó Tirié, aún más confusa.

 Klair abrió los ojos.

 —No soy capaz de contactar con él —dijo nervioso.

 —En serio, ¿qué está pasando? —volvió a preguntar Tirié.

 —Efnu, ¿qué hacemos? —siguió Klair, cada vez más nervioso.

 —Relajaos los dos —ordenó Efnu—. Tirié. Este fuego es el de las Llamas Blancas. Mientras estemos dentro, nada nos podrá hacer ningún daño. El hechicero ha escapado y ha matado a los caballeros. Esa miasma negra era él. Finalmente, Klair y yo tenemos altos rangos entre las filas de Lord Emón, por lo que se nos ha otorgado una bendición que nos permite comunicarnos con él. Otras preguntas que puedas tener tendremos que dejarlas para más tarde —Efnu se giró hacia su amigo—. Klair, necesito que lances una flecha hacia el cielo.

 El chico obedeció sin rechistar. Tomó su arco y apuntó al cielo. Como había ocurrido en ocasiones anteriores, una flecha etérea apareció y, sin mucho más preámbulo, disparó.

 La flecha ascendió, pero rápidamente se detuvo, como si hubiese un techo en vez del cielo estrellado.

 —¿Qué? —preguntó Klair, confuso.

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