60. Gran Noche

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 Tenai aún era muy joven por entonces, una niña. Era una noche despejada de verano y la chica dormía plácidamente, o así fue hasta que alguien la despertó. Al abrir los ojos, vio a su abuelo, un hombre de tez muy oscura y con unos ojos azules muy gentiles: Yunai, líder del clan de sombramantes.

—¿Abuelo? —preguntó Tenai mientras se frotaba los ojos.

—Venga, levántate y sígueme, quiero enseñarte algo.

La chica salió de la cama, se calzó y siguió a su abuelo hasta el exterior, aún con pijama. Se dirigían a la plaza.

—Tenai, ¿qué nos hace sombramantes?

—Podemos mover sombras.

Yunai rio.

—Eso es cierto —dijo—. Pero, ¿qué es una sombra?

—Pues lo que aparece cuando no hay luz —respondió Tenai.

—Para muchos, esa es la respuesta completa. Sin embargo, para nosotros las sombras son algo más. Nos permiten hacer cosas que nadie podría, pero no todo es tan fácil. Debemos lidiar con una verdad ineludible. Nuestra sombra es nuestra y no podemos cambiarla. Siempre nos perseguirá.

»Hay sombramantes a los que eso les destroza, y acaban siendo presos de su propia umbra. Otros tantos, buscan independizarse de la suya, hacer como que no existe.

»Yo no voy a decirles cómo vivir su vida, pero lo único que hacen es limitarse.

Llegaron a la plaza y encontraron una frenética escena que contrastaba con la calma de la noche. En el centro, había un enorme demonio cuadrúpedo. A su alrededor, varios sombramantes usaban sus habilidades para contener a la bestia e inmovilizarla, aunque con gran dificultad. Tenai pudo distinguir a sus padres colaborando.

A pesar de eso, Yunai siguió hablando.

—En la sombra se acumula todo: alegrías, celebraciones, arrepentimientos... Siempre te perseguirá, no puedes cambiarla. Y debes aceptarlo. Puede que no te parezca bonita tu sombra, pero es la tuya.

—¡Abuelo! —interrumpió Tenai— ¡Ayúdales! —la niña señaló al resto de miembros del clan que intentaban contener el demonio.

—Como iba diciendo, puede que tu sombra no te guste. No pasa nada. Nadie está del todo contento con la suya. Lo importante es tu elección. ¿Vas a dejar que tu sombra te defina? No, ¡por supuesto que no!

»Recuerda, Tenai: la sombra va siempre después de ti. No puedes dejar que te domine. Cuando entiendas esta realidad, no tendrás límites como sombramante.

Yunai se agachó y tocó su sombra. De repente, esta se expandió y cubrió todo el suelo, pero no una superficie pequeña, no. A pesar de que era de noche, Tenai pudo ver cómo hasta las montañas quedaron cubiertas por un oscuro manto negro.

La gente de la plaza quedó sorprendida. Tanto que muchos soltaron al demonio y este logró zafarse del resto. Sin embargo, eso dio igual. De la sombra de Yunai, brotaron unos brazos oscuros que agarraron a la bestia y la tumbaron contra el suelo.

Luego, alrededor del demonio empezó a surgir una especie de pared esférica completamente oscura que acabó por cubrirlo. Pasaron un par de segundos, y esa esfera se disipó: ya no había ningún demonio.

Cuando los demás sombramantes se calmaron, los padres de Tenai se acercaron.

—¿Se puede saber por qué has tardado tanto? —le soltó la madre a Yunai.

—¡Y además has traído a Tenai! —añadió el padre.

El abuelo de la niña levantó los brazos, como si lo hubiesen pillado.

—Tranquilos, no ha pasado nada grave, ¿no? —respondió.

—¡Podría haber muerto gente!

—Nah, no sois tan inútiles. A parte, todo eso ya es cosa del pasado. Vive en el presente... Bueno, no. Mejor duerme. Sí. Deberíamos ir todos a dormir —Yunai le agarró la mano a Tenai y empezó a caminar tranquilamente—. Venga. Vamos a llevarte a la cama, que apenas te aguantas de pie.

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