69. Al sur de Oronus

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 Shura, Sver y Tenai estaban cenando en la posada en la que se habían hospedado. Llevaban viajando a buen ritmo durante varios días y no les quedaba mucho para llegar hasta Varod.

 —Oye, ¿alguno de vosotros sabe qué es esto? —dijo Tenai mientras vertía un líquido rojizo en su vaso por segunda vez y se lo llevaba a la boca.

 —Sangre de Varod —respondió Shura mientras ponderaba qué cacho de su comida se llevaría a la boca.

 La sombramante empezó a escupir dentro de su vaso.

 —¿Estás de broma? ¿Venden eso aquí? —preguntó Sver.

 —No estamos demasiado lejos de la frontera. Es normal que cada vez veamos más sitios en el que lo beben. Y, a juzgar por el olor, es de buena calidad.

 —¡Me da igual la calidad! —soltó Tenai— ¿Me estás diciendo que me he bebido un vaso de la sangre de algún pobre animal degollado?

 —La sangre de Varod no es solo sangre —aclaró Shura—. También se utiliza una serie de hierbas y hongos. Es un proceso muy delicado que solo saben hacer bien en el sur.

 —¿Y no hay una forma mejor de beber alcohol?

 —No es un simple alcohol. También puede causar alucinaciones. Los varoditas lo usan como métrica de su aguante.

 —¿Te crees que eso lo hace mejor? Cuando terminemos pienso lavarme la boca.

 —Teniendo en cuenta algunas cosas que dices, me sorprende que no te la lavases antes —comentó Sver.

 —Perdona, pero cada cosa que digo tiene un valor histórico inigualable.

 Sver iba a responder con otra pulla, pero alguien en la posada se subió a una mesa.

 —Escuchadme bien todos —gritó un hombre—. Vengo a traeros... ¡La verdad! ¡La verdad sobre Emón!

 —Esto va a ser divertido —dijo Tenai por lo bajo.

 —Durante años hemos estado bajo el yugo del dios de la luz —explicó el hombre—. ¿Pero por qué? ¿Acaso no deberíamos ser los humanos dueños de nuestro propio destino?

 »Eso es lo que el glorioso Yad pensó cuando se reveló contra Oronus. Los varoditas son mucho más listos que nosotros. Ellos ven la verdad. Sé que los tacharéis de locos. ¿Oponerse a Emón? Yo pensaba lo mismo. Que era una locura. Hasta que lo conocí. Y me di cuenta del peligro que supone para Esdria.

 »Me convocó a su salón del trono. Y su voz era como un cuchillo. Sus palabras eran dañinas, se burlaba de mí. Es un hombre frío, distante, cruel. Jamás creeréis lo que me dijo.

 El hombre hizo una pausa dramática, buscando una reacción de su desinteresado público, aunque lo único que provocó fue un silencio incómodo.

 —Emón no es así —dijo Shura, algo cansada ya del numerito.

 El hombre la miró y luego hizo una mueca.

 —¡Lo dice una mandjetita! Sí, ¡miradla todos! Ahí, con su ropita bien blanquita y su pelo adecuadamente teñido.

 Shura no replicó nada, ya había dicho todo lo que tenía que decir, pero el hombre no supo interpretar su silencio.

 —¿Qué? ¿Sin palabras? ¡Claro! Los mandjetitas lo veis en un desfile y pensáis que lo conocéis de toda la vida. ¡Pues déjame decirte que no! ¡Emón es un hombre cruel que te destrozará con sus palabras!

 —¿Y se puede saber qué hacía un paleto como tú en su salón del trono? —preguntó Tenai.

 El hombre se quedó callado durante varios segundos, sin ser capaz de encontrar una excusa adecuada, logrando así que varias personas se riesen de él. Al final se fue de ahí con un improperio.

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