29. La vasija

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 Tirié y Klair salieron de la celda de Krada. Esos últimos días, el entrenamiento había sido brutalmente intenso y la joven siempre quedaba destrozada.

 —¿Por qué ha endurecido el entrenamiento tanto? Es odioso —se quejó la ulema.

 —No tengo ni idea.

 —¿Y no puedes decirle que se relaje?

 —Lo he intentado, pero no me hace caso.

 —Maldito viejo. Mira, solo quiero descansar.

 —Perfecto, si quieres puedo prepararte mi receta especial.

 —Ya te he dicho que no pienso probarlo hasta que me digas que lleva.

 —Tranquila, no lleva sangre.

 —Me da igual.

 —Venga, confía en mí. Si lo pruebas...

 Klair no terminó una frase. Una chica se acercaba corriendo hacia ellos. Tirié la reconoció. En la prisión había una sala llena de espejos que funcionaban como portales, y esa mujer era la que la operaba.

 —¿Qué ocurre?

 —Traigo un mensaje de Lord Eburneo —dijo la chica mientras cedía una carta a Klair.

 —Vale. Gracias.

 La mujer inclinó la cabeza antes de marcharse. Klair miró la carta. Tenía un sello con un ojo inscrito. Tirié ya había visto ese tipo de cartas antes. Cuando el joven las recibía, se giraba para que ella no pudiese leerla y cuando terminaba, la quemaba.

 Y esa vez no fue diferente. El chico se giró para que Tirié no pudiese leer el contenido. Klair siempre llevaba una capucha que impedía ver la mayoría de su cara, aunque la boca estaba expuesta, y a medida que leía apretaba los labios, solo para hacer una mueca al final.

 —Tirié, te voy a leer esto:

 »"En dos días, Lord Efnu irá a la prisión y os ayudará a escoltar al prisionero. Recuerda que debéis trabajar con extremo cuidado, toma las medidas adecuadas y, si se escapa, no dudes en matarlo.

 »También quiero que Tirié os acompañe.

 »Firmado, Eburneo"

 —¿Qué? ¿Vais a sacar a Krada? —preguntó Tirié, confusa.

 —No, si fuésemos a sacar a Krada, mi padre habría enviado a varias personas, seguramente hubiese venido él mismo también.

 —¿Entonces?

 —Se trata de un hechicero, uno de los últimos miembros de un viejo clan casi extinto.

 —¿Y por qué está en esta prisión?

 —Alta traición. Intentó asesinar a la mujer y al hijo de Lord Emón.

 —¿Quién es tan estúpido como para atacar la familia de un dios?

 —Te equivocas, Tirié. No era un estúpido, era muy capaz.

 —¿Lo logró?

 —No. Pilló por sorpresa a la mujer del Señor de la Luz, pero este logró interponerse a tiempo. Lord Emón lo venció y desde entonces está atrapado aquí. Aunque, bueno, suficiente historia, hay que empezar a trabajar.


 Durante los dos días siguientes, la prisión estuvo increíblemente ajetreada. Había problemas cada poco, Klair estuvo extremadamente estresado e incluso la comida era más mala de lo habitual, o eso pensaba Tirié, que echaba de menos las dotes culinarias de Sver.

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