Tirié se levantó y se acercó a la ventana del despacho de Klair. Dejó que su mirada se perdiese en el enorme bosque que se extendía más allá de la prisión. Le parecía irónico. El único movimiento que se podía percibir era el de las hojas de los árboles que se mecían por el capricho de una brisa que insistía en romper la quietud del bosque, como si la calma fuese ofensiva. Por supuesto, esa imagen debía ser muy distinta de lo que Klair estaría experimentando.
Unos días atrás, Klair tuvo que irse a Mandjet para ayudar a Lord Emón. En principio, se suponía que la razón por la que fue era un secreto, pero Tirié lo sabía. Klair iba a ayudar con la conquista de Varod.
Tras años de "guerra" entre las dos naciones vecinas, por fin Emón había decidido acabarla. En cuestión de un día, las fuerzas del dios habían logrado tomar la capital, o eso era lo que las noticias que llegaban a la prisión decían. Debía de ser cierto, pues de un día para otro Tirié recibió unos registros que indicaban que en otras cárceles había decenas de nuevos prisioneros.
A pesar de todo, la joven tenía cierta sensación de angustia. No sabía cuál era el papel de Klair en la conquista, pero tenía miedo de que pudiese pasarle algo. Había visto cómo luchaba y de qué era capaz, pero no estaría tranquila hasta que le viese volver. Por lo menos el papeleo la distraía.
Tirié estaba tan sumida en sus ensoñaciones que casi no se da cuenta de que alguien abría la puerta. La joven dirigió su mirada perezosamente hacia la entrada, pero abrió mucho los ojos al ver que, por fin, Klair, había regresado.
La ulema se acercó hacia él con la intención de recibirlo, pero el chico parecía estar ido. Se dirigió a su escritorio y examinó unos documentos a toda prisa.
—¿Klair? —preguntó Tirié.
Sorprendido de escuchar una voz, el joven dio un pequeño salto antes de fijarse en que su amiga estaba mirándole con cierta preocupación.
—¡Ah! Hola, Tirié. No me di cuenta de que estabas ahí.
—Ya... ¿estás bien?
—Sí, sí. Pero tengo que ir a hablar con Krada inmediatamente.
—¿Por?
—Porque... podría ser que supiese algo de Varod. Tengo que intentar interrogarlo. Bueno, voy a bajar ya.
Y, sin decir adiós, el chico salió por la puerta.
Klair entró en la celda de Krada y, como siempre, se aseguró de que nadie le había podido seguir, aunque esta vez no le dedicó mucho tiempo a esa tarea.
—Pareces agobiado —comentó Krada—. ¿Dónde has estado estos días? Los guardias que acompañaban a Tirié en sus entrenamientos no han querido decírmelo.
—Varod ha caído —respondió Klair con sequedad.
Krada tardó unos segundos en responder.
—¿Yad está bien? —preguntó finalmente.
—No lo sé. Ni hemos podido encontrarlo ni a él ni a su arma secreta. Nadie sabe dónde está... o si está vivo. Ha desaparecido sin dejar ningún rastro.
—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que conquistasteis la capital?
—Una semana. Querría haber venido antes, pero Emón me envió allí para capturar fugitivos y para gestionar la ayuda a los varoditas afectados por el conflicto.
—¿Por qué ha decidido Emón atacar ahora?
—Quería probar la corona. La usó con el ángel. Pero ya sabes la verdadera razón por la que Emón ha atacado ahora.

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Esdria
FantasyHace mucho tiempo, Lord Emón descendió de los cielos para desterrar a los demonios, grotescas criaturas de más allá de este mundo Ahora el mundo de Esdria es mucho más tranquilo y los demonios rara vez se ven Esta es la historia de cinco jóvenes de...