35. Frontera del norte

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 —¡Bienvenidos a Agdenor! —anunció Shura cuando llegó a lo alto del paso.

 Sver y Tenai llegaron montados en Lars unos segundos después.

 La frontera entre Agdenor y Oronus era una cordillera que se estiraba a lo largo de cientos de kilómetros. El grupo tuvo que seguir un camino que les hizo subir bastante alto. Una noche tuvieron que descansar en una cueva poco profunda pero lo suficientemente grande para que todos cupiesen.

 —¿Realmente teníamos que venir por aquí? ¿No había caminos más cortos? —se solía quejar Tenai.

 —Los otros caminos son más cómodos, lo admito, pero también son mucho más transitados. No tengo ganas de enfrentarme a ningún grupo de ladrones o algo así —respondió Shura—. A parte, este camino es el más rápido desde Druen.

 —¿Pero en los otros no hay guardias? —preguntó Sver.

 —A veces esos son peores que los otros —espeto Tenai.

 Les llevó unos días de ascenso llegar hasta lo más alto del paso, pero cuando lo lograron, pudieron ver Agdenor. El terreno era muy distinto al de Oronus. La enorme llanura estaba recubierta de ríos y lagos por todos lados. En el centro de esos lagos había una especie de cristales de los que brotaban cascadas.

 —¿Qué son esas cosas? —preguntó Tenai.

 —Me imagino que sean las fuentes de Agdenor —respondió Sver.

 —En efecto —confirmó Shura.

 —No me sacáis de la duda —se quejó la sombramante.

 —¿No conoces la historia?

 —¿Hay una?

 —Sí, es de hace ya muchos años —dijo Sver—. Pasó poco después de que Emón llegase a este mundo.

 —¿Cuándo los demonios habían entrado en Esdria?

 —Sí. Debía haber un demonio de agua, pero debía ser enorme. Emón se enfrentó a él durante diez días, pero al final logró matarlo. Todos los fragmentos de su cuerpo que perdió durante la batalla se cristalizaron y de ellos empezó a brotar agua, creando todos los lagos.

 —El cuerpo principal también se cristalizó y creó un golfo al lado del mar —continuó explicando Shura—. A su alrededor y por encima, se fundó la ciudad capital de Agdenor. Desde el palacio se puede acceder a las entrañas, pero es muy complicado que permitan el acceso. Entrar ahí es el sueño de muchos demonólogos.

 —Apuesto a que te gustaría entrar, princesita —dijo Tenai.

 —Nunca tuve el honor antes, así que la verdad es que sí. Pero, bueno, es imposible casi entrar.

 —Bueno, soy una sombramante. Si tienes muchas ganas de entrar, en especial si hay algo de valor dentro...

 —No. No vamos a infiltrarnos en el cadáver milenario de un demonio altamente protegido para saciar mi curiosidad y robar... aunque agradezco el ofrecimiento.

 —Aburrida.

 —¿Cómo pretendías meterte? —preguntó Sver.

 —Mira y alucina, enanito.

 La sombramante se bajó de Lars y se puso detrás de Shura. Antes de que esta se quejase, Tenai posó la mano en la sombra de la chica. Inmediatamente después, su cuerpo y ropa se volvió completamente negro y la joven se hundió en el suelo, desapareciendo.

 Sver y Shura se quedaron extrañados.

 —¿A dónde ha...? —empezó a murmullar Shura.

 —¡No te preocupes, princesita! —sonó la voz de Tenai desde el suelo— Estoy metida en tu sombra.

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