54. En la celda

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 Cuando se dieron cuenta de que Klair había ido a la celda de Krada, Efnu y Tirié empezaron a correr hacia allí.

 —¡Tenemos que ir rápido! —gritó Tirié— No sé qué le pasa, pero, ¡Klair podría matar a Krada!

 —A mí me preocupa más que ocurra al revés —respondió Efnu con seriedad.

 La puerta de piedra hacia las celdas estaba completamente destrozada. Rápidamente bajaron las escaleras y corrieron hacia la prisión de Krada. Las antepuertas estaban también reventadas.

 Cuando llegaron al final, la puerta de la celda estaba arrancada. En el centro de la sala, Klair se abalanzaba sobre Krada, intentando golpearle, pero el ulemo se movía sorprendentemente bien, evitando las incesantes embestidas del chico, y además con cierta elegancia, como si estuviese realizando un peculiar baile.

 Tirié miró a su maestro. Era la primera vez que le veía desde que lo encerraron. Hasta en sus entrenamientos, mantenían al hombre encerrado. Por lo visto, le habían obligado a vestirse con una camiseta y unos pantalones blancos bastante anchos y austeros. En el tiempo que había pasado en prisión, el pelo y la barba le crecieron varios centímetros. Tenía la cara más demacrada que cuando empezó su encierro, pero se mantuvo en forma a pesar de ello.

 Klair se abalanzó sobre él y el ulemo, con un movimiento rápido y fluido, logró ponerse detrás del joven, donde se fijó en su alumna.

 —¡Ah! ¡Hola, Tirié! —saludó Krada con jovialidad, como si nada— Perdóname, no te vi antes. ¿Llevas mucho aquí? Veo que no estás sola, Efnu está aquí. ¡Buenos días, majestad! ¿O es por la tarde?

 Klair se abalanzó sobre el ulemo, pero este se movió y le puso la zancadilla. El chico cayó, de forma un tanto patética, justo delante de Efnu y de Tirié, aunque eso duró poco, porque rápidamente se levantó e intentó atacar a la joven.

 Para defenderla, el príncipe se interpuso y al final acabó forcejeando con Klair. Intentaba inmovilizarlo, pero cada vez que casi lo lograba, Klair se las apañaba para deshacerse de él.

 Al final acabaron luchando cuerpo a cuerpo. Efnu intentó bloquear los puñetazos de Klair con sus brazos cubiertos de escamas. Contra la mayoría de ataques, las escamas daban al príncipe una defensa extraordinaria, pero el aura que envolvía los ataques de su amigo parecía transcender cualquier tipo de defensa.

 Así pues, Efnu se dedicó a evitar los siguientes golpes. No estaba en una posición favorecedora. No podía matar a Klair, por lo que no podía usar su fuego blanco: era demasiado peligroso. Tampoco podía dejarlo demasiado herido, por lo que las espadas tampoco eran una opción. Finalmente, su clon de niebla seguramente no pudiese hacer nada contra Klair por el aura dañina que le rodeaba. Y esa habitación era demasiado pequeña para aprovechar sus otras habilidades.

 El príncipe estaba en una situación complicada.

 Por su parte, Tirié no sabía muy bien como ayudar. Para ella, Klair y Efnu se movían demasiado rápido, intentando uno agarrar y contener al otro. En un par de ocasiones, la pelea llegó hasta donde ella estaba, por lo que tuvo que apartarse.

 La chica alzó su orbe. Algo tenía que hacer, aunque no sabía el qué. Estaba tan nerviosa que se sobresaltó mucho cuando alguien puso la mano en su hombro.

 Tirié se giró y vio que Krada estaba a su lado. Se sostuvieron la mirada por unos segundos y luego Krada señaló a Efnu y a Klair.

 —Quieres ayudar, ¿no? —preguntó el hombre.

 Tirié asintió lentamente. ¿Por qué Krada no escapaba?

 El maestro ulemo se puso detrás de ella y tomó sus brazos. Los levantó con suavidad hasta que tocaron el orbe de Tirié, que estaba flotando estático.

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