Sver, Shura y Tenai sobrevolaban Varod, montados en el raltayr de Yad. El animal era enorme y en su lomo podían viajar con relativa comodidad él, sus soldados y los tres jóvenes.
—Acercaros a ver esto, muchachos —dijo Yad.
Sver y Shura hicieron caso, pero Tenai no se movió de donde estaba.
—Yo me quedo aquí —dijo mientras se agarraba lo mejor que podía a Lars. Desde luego, volar en raltayr no le hacía gracia.
—Está bien —respondió Yad mientras levantaba los hombros. Luego se dirigió a los otros dos jóvenes—. Mirad, ahí. ¿Lo veis? Ahí es a donde vamos.
En el horizonte había una montaña de roca roja que había sido excavada y, a su lado, una enorme ciudad, en cuyo centro había un palacio también rojo, pero con toques dorados.
—¡Bienvenidos a la capital de Varod! ¡Estáis en vuestro derecho de estar impresionados!
El hombre dio una fuerte palmada en las espaldas de Sver y de Shura, haciendo que perdiesen el equilibrio. Cuando lo recuperaron, el ulemo se alegró de no haber caído al vacío, mientras que la mandjetita le lanzó una mirada de odio a Yad.
No mucho después, aterrizaron delante del palacio y todo un grupo de personas se acercaron para recibir a Yad.
—¡Majestad! —dijo alguien— ¿Cómo ha ido su viaje?
—¡Maravillosamente! —respondió Yad— De hecho, me encontré con el alumno de un viejo amigo. ¿Haríais el favor de ceder unas habitaciones a estos jóvenes? Han estado viajando. Asegúrate de que sean habitaciones que comparten salón. Y por la noche quiero que vengan a cenar a mis aposentos.
Uno de los sirvientes miró a los tres jóvenes con... ¿envidia?
—Bueno, chicos —dijo Yad—. Ahora tengo que hacer algunas cosas. Me haríais un gran favor si luego nos reuniésemos para cenar algo, ¿qué os parece?
—Supongo que no podemos negarnos —dijo Sver.
—¡Tienes razón! ¡Nos vemos luego!
Y Yad se marchó saludando con la mano.
Las habitaciones que les dieron eran muy elegantes. Plantas elegantes, muebles elegantes, alfombras elegantes. Y las tres elegantes habitaciones estaban conectadas a un elegante salón con unos elegantes sillones y un elegante sofá sobre el que Tenai se tiró de forma muy poco elegante.
—Este sitio está chulo —dijo—. No sabía que conocías a alguien tan rico.
—No lo conozco —respondió Sver.
Shura se sentó en uno de los sillones y sonrió.
—Yo no me quejo—admitió—. Llevo años sin disfrutar los lujos de un palacio. A parte, parece que le caemos bien a Yad.
—Por supuesto que le caemos bien, "Zea".
—Tan solo seguidme la corriente en ese aspecto. Os lo explicaré otro día.
Tras decir eso, Shura se puso a tatarear.
—Pareces extrañamente contenta —comentó Sver—. No sueles tatarear.
—Bueno, supongo que ahorrarnos una larga caminata hasta el templo ulemo es bastante buen motivo para estar contenta.
—Aun así...
Shura posó su mano sobre el hombro de Sver y le llevó hasta el balcón que tenía la habitación. Desde ahí se podía ver toda la ciudad y la enorme muralla que la rodea.

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Esdria
FantasiHace mucho tiempo, Lord Emón descendió de los cielos para desterrar a los demonios, grotescas criaturas de más allá de este mundo Ahora el mundo de Esdria es mucho más tranquilo y los demonios rara vez se ven Esta es la historia de cinco jóvenes de...