89. Reencuentro

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 Sver echó otra ramita a la hoguera que había improvisado. Después de su fallida incursión en una de las prisiones de los Ojos Blancos, él reveló a Shura que podría haber evitado que Tenai acabase secuestrada si hubiese matado a Paar. Esa información afectó a Shura que, en medio de la discusión, los teletransportó a algún lado cerca de un bosque.

 Tras el teletransporte, Shura perdió el conocimiento, dejando a Sver solo. Cuando vio que la noche estaba a punto de caer, fue a recoger material para construir una fogata. Ahora miraba meditativamente a las llamas mientras Shura dormía contra el costado de Lars.

 Sver los miró. A pesar de que Shura estaba dormida, su rostro delataba cierta tristeza e inquietud. Incluso en sueños, seguía preocupándose por el bienestar de Tenai. Y Lars, él estaba enormemente triste. Nunca fue un animal demasiado enérgico y raramente hacía algún movimiento rápido, pero desde que secuestraron a Tenai, estaba excesivamente inmóvil. A ratos Sver dudaba de si seguía vivo y lo acariciaba un poco, solo para ser respondido por un lento movimiento de cabeza y unos ojos casi vacíos.

 La relación entre Tenai y Lars era mucho más profunda de lo que Sver había creído, y se sintió un poco mal por haber olvidado que era más que una simple montura.

 —Tranquilo, grandullón —dijo Sver mientras acariciaba al hoschi. También sacó su orbe de Ulema para intentar transmitir una sensación de calma al animal—. Pronto encontraremos a Tenai.

 Lars seguramente no hubiese comprendido las palabras del chico, pero sí que pareció más tranquilo. Agachó la cabeza y empezó a dormir.

 —Ese ha sido un gesto amable, Sver —dijo Shura.

 El ulemo la miró. La mandjetita le miraba mientras se abrazaba las piernas.

 —Estás despierta —comentó Sver.

 —Sí... Perdona por lo de antes. Nos teletransporté sin dejarte hablar.

 Sver se sentó al lado de Shura.

 —No. Es normal que estuvieses enfadada conmigo. Dejé que Paar secuestrase a Tenai.

 —No. Es solo que todo me recordó a una situación similar. Hiciste lo que pudiste. Quizás podrías haberle atrapado de alguna forma, pero es normal que no supieses como actuar. Por suerte, no te has visto en esa situación tanto como yo.

 —¿Crees que encontraremos a Tenai?

 —No lo sé. Tras nuestro numerito en la prisión, me imagino que refuercen la seguridad de las otras que aún nos quedan. Además, tendremos que enfrentarnos al Trono del arco en su propio territorio.

 Sver no respondió. Solo miró hacia abajo. Shura tenía razón, sería muy difícil entrar en la siguiente prisión.

 Se quedaron ambos un rato mirando al suelo, sin saber si decir algo o qué pensar, hasta que una pequeña lucecita se posó delante de ellos.

 —¿A qué vienen esas caras de amargados? —dijo alguien a la distancia.

 Nada más oír la voz, Lars se levantó y fue corriendo hacia el origen del sonido. Shura y Sver también dirigieron la mirada hacia allí y se levantaron, atónitos.

 —¡No puede ser! —dijo Sver.

 —¿Pero cómo...? —preguntó Shura.

 A unos metros de ellos, acariciando a un Lars sumamente emocionado, estaba ni más ni menos que Tenai. Tras unos segundos, la joven miró a sus amigos.

 —¡Que sepáis que se os están saltando las lágrimas! —gritó.

 Sin esperar más, tanto Sver como Shura empezaron a correr hacia Tenai y la abrazaron a la vez, tirándola al suelo.

 —¡Ey! ¡Ey! ¡Tranquilos! ¡Vais a hacer que piense que me habéis echado de menos! —exclamó la sombramante.

 —No digas idioteces ahora, Tenai —respondió Shura—. ¡Por supuesto que te hemos echado de menos!

 Tenai tardó un instante en responder.

 —Y yo a vosotros también —dijo mientras abrazaba más fuerte a sus mejores amigos.

 Lars no tardó en unirse a su manera al abrazo, pero dado su tamaño lo mejor que pudo hacer fue restregar su cabeza contra Tenai.

 —¡A ti también te he echado de menos, campeón!

 No tenían ninguna prisa por deshacer ese abrazo, así que se tomaron su tiempo. Cuando por fin se levantaron notaron que todos ellos habían echado alguna lagrimilla.

 —¡Tenai! ¡No me creo que estés aquí! —comentó Sver.

 —Creíamos que te habrían llevado a alguna prisión de alta seguridad —añadió Shura.

 —A ver, sí, pero os olvidáis de que soy la mejor sombramante del mundo. ¡Por supuesto que me iba a escapar!

 —Pero, ¿cómo lo hiciste?

 —Creo que mis encantos naturales convencieron a caperucito de que me liberase.

 —¿Klair te dejó escapar? --preguntó atónita la psíquica.

 —¡Exacto!

 —¿Por qué haría tal cosa? Bueno, da igual —Shura abrazó a Tenai de nuevo—. ¡Me alegro mucho de que estés aquí!

 Tenai devolvió, de nuevo, el abrazo, pero al poco dirigió la mirada a Sver.

 —Por cierto, enanito.

 —Casi me había olvidado de que me llamabas así —respondió el ulemo—. Dime.

 —Es sobre tu maestro, Krada.

 —¿Qué pasa con él?

 —Estaba ahí.

 Tanto Shura como Sver dieron paso hacia atrás.

 —¿Cómo? ¿Emón no lo ha ejecutado? —susurró la psíquica.

 —¿De qué estás hablando, Tenai? —preguntó Sver.

 —Krada. Tú maestro. Estaba ahí. En la misma prisión que yo —explicó la sombramante—. De hecho, fue él quien me dio eso. Si no, nos habría encontrado.

 Tenai señaló a la pequeña lucecita que se había posado delante de Sver y Shura antes. El ulemo se acercó hasta allí y la cogió. Había perdido su brillo, y ahora solo era una bola de cristal grisácea, sin nada de especial. O eso es lo que diría la mayoría.

 —Es un orbe de Ulema —confirmó Sver a sus compañeras—. Entonces... es verdad. Krada estaba ahí... ¡Tenemos que ir a rescatarle!

 —¡No! ¡Ni hablar! —dijo rápidamente Shura—. ¡Eso es un no!

 —Pero Shura...

 —¡Nada de peros! Tenai acaba de escapar de la prisión más segura de los Ojos Blancos. Si eso no es suficiente para que aumenten sus defensas, desde luego que el numerito que hicimos nosotros el otro día seguro que lo es.

 —¿El qué? —preguntó Tenai.

 —Eh, ya te contaremos —respondió Shura quitándole importancia antes de seguir hablando con Sver—. En cualquier caso, ir otra vez ahí, sería un suicidio.

 —¡Pero no podemos dejar a Krada ahí!

 —En realidad, no tienes que preocuparte por él —dijo Tenai, pero solo recibió una mirada confusa de Sver—. Propuse ayudarle a escapar, pero me dijo que no. Dice que ya se encargaría él solo por su cuenta, que nos encontraríamos en el templo ulemo.

 —¿Krada tiene un plan para escapar? —preguntó Shura un poco asustada.

 —Supongo.

 —Eso quiere decir... Klair podría...

 —Vamos a ir al templo ulemo —dijo Sver, interrumpiendo a Shura.

 Las chicas le miraron.

 —Si Krada dice que estará ahí, es que estará ahí. Puede que no sea el héroe que yo pensaba, pero es la única persona que conoce los planes de Emón y con la que podemos contar... ¿Vendréis conmigo?

EsdriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora