55. El rostro de Klair

3 1 0
                                        

 —Creo que te debo una explicación Tirié —dijo Klair.

 —Espera. No hace falta que lo hagas —se apresuró a decir Efnu.

 —No. Quiero contárselo. Se merece saberlo.

 Klair agarró su capucha con las manos. Dudó por unos segundos, pero al final se la quitó.

 Tirié siempre se había preguntado cómo sería el rostro de Klair y por qué lo escondía bajo una capucha. En cualquier caso, lo que vio no es nada de lo que esperase. La parte superior de la cara de Klair estaba cubierta de cicatrices negras, pero no cicatrices caóticas como las de algún accidente. No. Esas cicatrices parecían haber sido grabadas y describían extraños patrones. Cubrían toda su frente y seguramente toda la cabeza superior, pero el corto pelo blanco de Klair lo tapaba.

 Pero lo más impresionante de todo, eran los ojos. Eran verdes, en su totalidad. No tenían ni pupilas ni irises, solo eran superficies verdes delimitadas por los párpados.

 —Sé que es horroroso —suspiró Klair al notar la mirada de su amiga.

 —¿Qué? ¡No! —se apresuró a decir Tirié— Eso no es...

 —No hace falta que digas nada. Es un rostro inhumano.

 —Sabes que siempre me ha parecido que tu cara es bastante mona —comentó Efnu.

 Klair sonrió por un momento antes de recuperar una cara más triste.

 —Siendo sincero, no recuerdo el día en el que ocurrió todo. Pasó poco después de que yo naciese. Los demonólogos de Emón habían... No. Como ya sabes mi padre es uno de los Tres Grandes Generales y... No. Así tampoco. A ver cómo puedo explicarlo bien. A ver... verás... La verdad es que...

 El chico no era capaz de encontrar una forma de expresarse. Aunque nadie le metía presión, él solo empezó a estresarse. Tras debatirse un rato suspiró, derrotado.

 —Soy un híbrido entre humano y demonio —soltó finalmente.

 Tirié abrió la boca por un instante, sorprendida, aunque no dijo nada.

 —Cuando antes viste esa aura verde rodear mis manos, esa era mi parte de demonio. Y cuando antes perdí el control... Cuando nací Emón y sus demonólogos tenían una teoría. Si podían meter el alma de un demonio en el cuerpo de una persona, esta podría extraer su poder.

 »En ese momento, Emón no tenía mucha prisa por poner esa teoría en práctica, pero mi padre me ofreció como conejillo de indias y le convenció. Metieron un alma de demonio dentro de mi cuerpo. Sin embargo, fue un fracaso.

 »El demonio y yo luchamos constantemente por tener el control de mi cuerpo. Cuando Emón notó esto, detuvo todos los proyectos relacionados. Luego me ayudó a contener el demonio que tengo dentro y me dio mi arco, una forma segura y controlada de descargar el poder del alma y agotarla.

 »Últimamente he estado practicando para poder usar ese poder sin necesidad de usar mi arco. Y creía que iba bien, pero al final... ya lo vistéis.

 »Tirié, si me odias lo entendería y...

 —¡No te odio, idiota! —saltó Tirié rápidamente— ¡Eres mi amigo! Sver me ha dado mejores motivos para odiarle y no lo hago y... —la chica vio como Efnu alzaba una ceja, curioso. Rápidamente se arrepintió de gritar y recuperó un tono de voz más tranquilo— Perdón. Lo que quiero decir es que eres mi amigo, Klair. Es cierto que esto es un poco impactante, pero eso no cambia nada entre nosotros. Ya arriesgué una amistad, no quiero volver a hacerlo.

 Klair sonrió.

 —Tirié —dijo Efnu—, no digas esas cosas, que se va a ponerse a llorar otra vez.

 —¡Eh! ¿Qué dices? —rechistó Klair.

 —Nada, nada. Solo digo que tendrías que invitarnos a una cena o algo, por esas palabras tan bonitas que te ha dicho.

 —¿Pero a ti por qué te iba a invitar?

 —¿Acaso quieres perder la oportunidad de cenar conmigo? Me decepcionas, Klair.

EsdriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora