36. Saidas y la bestia

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 Sver y Shura tuvieron que detener su combate de entrenamiento.

 Un potente rugido salió de entre los árboles, seguido del sonido de unos potentes y pesados pasos.

 Al poco, de entre la maleza, surgió una enorme criatura azulada y cubierta de escamas. Tenía la misma estructura que la de un canino bastante desnutrido, pero de su espalda brotaban dos largas protuberancias puntiagudas. Su cabeza de forma cónica contaba con cuatro ojos, dos arriba y dos abajo. Separando ambos pares había una comisura para una boca enorme y llena de dientes.

 La bestia centró sus cuatro ojos en los dos jóvenes.

 —¡Es una yegua! —gritó Shura, asustada, mirando en todas las direcciones, como si buscase algo más peligroso que lo que tenían delante.

 —¡Cuidado! —dijo Sver mientras se lanzaba para apartar a Shura del camino de una de las patas de aquel monstruo, que estaba a punto de apisonarlos.

 Luego, se levantaron y se alejaron corriendo.

 A una distancia prudencial, se dieron la vuelta.

 —¿Se puede saber qué demonios es esa cosa? —preguntó Tenai cuando se reunió con ellos, montada sobre Lars, que corría a muy alta velocidad.

 —¡Tú misma lo has dicho! ¡Es un demonio! —respondió Shura.

 A Sver la confirmación de que era un demonio en vez de una bestia extraña hizo que le bajase un escalofrío por la espalda. Habría preferido no saberlo, aunque lo sospechase.

 —¿Y bien? —preguntó Tenai mientras ayudaba a sus amigos a subirse en Lars— Tú eres la demonóloga, princesita. ¿Qué hacemos?

 —Ese es una yegua y...

 —¿Qué tiene que ver eso con un caballo?

 —¡Yo no escogí el nombre!

 —Vale, pero, ¿qué hacemos? —preguntó Sver, más preocupado por la supervivencia de los tres que por la nomenclatura.

 —Estos bichos son puro músculo. ¡Evitad que os golpee o que os muerda!

 Sin embargo, pensó Shura, había algo raro en esa yegua. Ya había visto otros demonios así, pero este tenía algo extraño. Entonces, fue cuando se fijó en sus heridas. A lo largo de su superficie, tenía zonas ennegrecidas por quemaduras y muchos cortes que brillaban con luz blanca. Eso no era normal y a la joven le inquietó más que tuviera esas marcas.

 La criatura se abalanzó sobre ellos a velocidades apabullantes, tan altas que entendieron que escapar del demonio huyendo montados en Lars sería imposible.

 La primera en reaccionar fue Tenai, que se bajo del animal y fue hacia el bosque. Sería más efectiva desde las sombras de los árboles.

 Luego Shura se bajó y se apartó hacia un lado mientras desenvainaba su espada.

 Sver habría sido demasiado lento si hubiese querido apartarse, pero no estaba indefenso.

 Puso su orbe de ulema enfrente suyo y lo estiró hasta convertirlo en una enorme pantalla que le protegió de un inminente mordisco.

 La bestia impactó con fuerza y rebotó.

 Dentro del bosque se escuchó el sonido de hojas moviéndose y, repentinamente, un árbol salió volando y golpeó al demonio, tirándolo al suelo.

 —¡Pleno! —gritó Tenai entre los árboles.

 Sver no se molestó en cuestionarse cómo su amiga había logrado hacer eso.

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