86. Alta seguridad

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 Sver intentó calmar a Lars. Usó su orbe de Ulema para transmitirle una sensación de tranquilidad que pareció apaciguarlo temporalmente. Luego miró a Shura, que seguía durmiendo.

 Tras el secuestro de Tenai, habían decidido que irían a las cárceles de los Ojos a buscarla. Sin embargo, todas estaban muy lejos. La opción más rápida, era usar el poder psíquico de Shura para teletransportarse cerca de las prisiones. El único inconveniente, era que no podían acabar demasiado cerca, ya que el teletransporte agotaba a Shura y necesitaba dormir algunas horas. Sin embargo, cuando despertó parecía tener bastante energía.

 —¿Has estado observando la prisión como te dije? —preguntó Shura.

 Sver dirigió la mirada a la prisión. Era una alta torre en el centro de un cráter. Mientras Shura dormía, el ulemo se había dedicado a estudiar la prisión desde su escondite. En todo momento, cuatro vigías observaban el cráter desde el punto más alto de la torre.

 —Los guardias se han cambiado un par de veces, pero siempre hay alguien vigilando —explicó Sver.

 —¿Se te ocurre alguna forma de acercarnos? Quizás pueda intentar crear una ilusión para distraerles...

 —La verdad es que se me ocurre algo, pero solo nos valdrá para acercarnos.

 El chico sacó su orbe de Ulema y lo posó en el suelo. Se concentró e hizo que flotase, asegurándose de evitar cualquier tipo de emoción y que su superficie se mantuviese gris. Luego lo dejó deslizarse por la piedra gris del cráter hasta que estuvo bastante cerca de la prisión.

 —Los vigías no lo han visto... ¿Puedes controlarlo desde esta distancia? —preguntó Shura.

 —Difícil. Silencio —ordenó Sver mientras se concentraba.

 El orbe dejó de rodar a unos pocos metros de la prisión, en un punto ciego para los vigías de la torre. Desde ahí, el ulemo hizo que empezase a flotar acercándolo poco a poco a lo alto de la atalaya.

 —¿Alguna vez te has dormido al lado de una chimenea? --preguntó el ulemo.

 —Sí, es bastante... ¡Oh! Ya veo.

 Sver se concentró y empezó a transmitir esa sensación. Al poco, uno de los guardias se sentó en el suelo y, tras un par de minutos, todos se quedaron dormidos.

 —¡Venga! ¡Vamos! —dijo Shura y ambos empezaron a acercarse a la prisión.

 Cuando llegaron a ella, se echaron contra la pared.

 —¿Ahora qué? —susurró Sver.

 "Para empezar, nos comunicaremos telepáticamente" sonó la voz de Shura en la mente de Sver. "Voy a intentar detectar el número de mentes dentro de la prisión y su posición".

 "¿Puedes hacer eso?" pensó Sver.

 "Aproximadamente". Shura cortó su conexión con Sver para centrarse, no sin que antes se escapase un pensamiento que Sver pudo percibir. "Ahora es justo cuando Tenai nos vendría de perlas".

 Tras unos segundos, la voz de Shura volvió a sonar en la mente de Sver. "Vale. Creo que sé la posición de aproximadamente todos en la prisión. Tenemos que encontrar el despacho del director. Allí habrá un índice con todos los prisioneros".

 Sin decir nada más, los dos se acercaron a una de las puertas. Shura logró forzar la cerradura, usando su telequinesis para hacer saltar el pestillo.

 "Vamos". Intentando hacer el menor ruido posible, ambos empezaron a moverse por la prisión, fijándose en cualquier puerta que pudiese parecer la de un despacho. Tanto Shura como Sver estaban en alerta constante. Ella usando sus poderes psíquicos para detectar cualquier mente cercana y él haciendo algo parecido, pero intentando detectar emociones con su orbe.

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