Tirié se sentó al lado de la ventana de su habitación y miró hacia fuera, pero no se fijaba en nada en concreto. Ni en las nubes ni en el bosque que rodeaba la prisión en la que ya llevaba trabajando bastante tiempo.
Hizo memoria.
Efnu, Klair y ella estaban en una misión para transportar a un prisionero, un hechicero; pero se escapó y tuvieron que perseguirlo. Tras el enfrentamiento, Efnu se dispuso a acabar con el mago, pero este usó sus últimas fuerzas para liberar una nube tóxica.
El príncipe les dijo que no respirasen, pero Tirié no pudo aguantar mucho y terminó inhalándolo. A los pocos segundos perdió la consciencia.
No supo cuánto tiempo estuvo inconsciente, pero se despertó en una habitación enorme, mucho más lujosa que la suya en la casa de sus padres. El techo estaba decorado con algún tipo de escena histórica, y las paredes estaban cubiertas de cuadros de varios paisajes. En una de las paredes había una enorme ventana que llegaba hasta el alto techo, con unas cortinas que tapaban las vistas pero que dejaban pasar unos rayos de luz solares.
Tirié se quitó las sábanas de encima. Estaba vestida con un camisón.
Se intentó bajar de la cama, pero, cuando lo hizo, sus fuerzas le fallaron y terminó de rodillas en el suelo, haciendo un sonido seco al caerse. Gateó hasta un sifonier en el que se apoyó para levantarse.
En ese momento, alguien entró en la habitación corriendo. Era un chico joven, aunque mayor que Klair o Efnu. Llevaba puesta una túnica blanca, una espada curva en la mano y tenía los ojos vendados. Detrás de él flotaba un espejo que se giró hacia Tirié de forma que la chica pudiese ver su reflejo.
—Vaya. Perdona por entrar tan de golpe —dijo sin girar su cabeza hacia la joven—. Pensaba que el sonido podría haber sido algo mínimamente peligroso —luego se giró hacia la puerta—. ¡Klair! ¡Tu amiguita se ha despertado!
Klair entró en la habitación. Como era costumbre, llevaba una capucha que le tapaba la cara. Cuando detectó a Tirié se acercó a ella y la ayudó a levantarse y a apoyarse en él.
—Saidas —llamó Klair—, tendrás que perdonarme, pero nuestra reunión tendrá que esperar a otro momento.
—No pasa nada —dijo el chico vendado—. Además, ya tengo lo que necesitaba. Muchas gracias por la ayuda.
Sin esperar respuesta, Saidas se fue de la habitación.
Klair ayudó a Tirié a sentarse en la cama.
—Con cuidado —dijo el joven—. ¿Te hace daño?
—No, simplemente no tengo fuerzas.
—Tranquila. Es normal. El hechicero usó un veneno bastante potente. Es un milagro casi que hayas sobrevivido.
—No tenías que interrumpir tu reunión para ayudarme, sobre todo si era importante. Estoy bien.
—Tirié, no puedes caminar sola. No pasa nada por dejarte ayudar.
—Supongo... Gracias. ¿Dónde está mi orbe de Ulema?
—Está sobre esa mesa —respondió señalando a un escritorio.
Tirié hizo que el orbe de Ulema se acercase a ella. Luego, la esfera empezó a brillar con tonos azules y verdes.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Klair.
—Se te olvida que los ulemos somos médicos. Estoy usando el orbe para curarme más rápido.
—¿Antes podías hacer eso?

ESTÁS LEYENDO
Esdria
FantasyHace mucho tiempo, Lord Emón descendió de los cielos para desterrar a los demonios, grotescas criaturas de más allá de este mundo Ahora el mundo de Esdria es mucho más tranquilo y los demonios rara vez se ven Esta es la historia de cinco jóvenes de...