Ya habían pasado unas horas desde que Sver y Shura se habían despertado. Sver practicaba distintas técnicas con el orbe de Ulema mientras Shura meditaba con las piernas cruzadas, flotando ligeramente en el aire.
Finalmente, cuando Sver decidió que ya había entrenado lo suficiente, intentó replicar una técnica que había visto a Krada hacer otras veces. Sabía que los orbes de Ulema podían cambiar de forma, por lo que intentó moldear el suyo hasta que pareciese más bien una cuerda de la misma forma que había visto a su maestro hacer otras veces, pero solo logró achatarlo.
"Es mejor que nada" pensó cuando fue a dejarlo. Luego se puso a desmontar el campamento. Cuando terminó, llamó a Shura, pero esta no respondió y siguió flotando como si nada.
El ulemo se acercó y la volvió a llamar. Cuando no respondió, el joven posó su mano sobre la psíquica. Ella abrió los ojos de repente, perdió la concentración y cayó al suelo mientras soltaba un gritito.
-¡Perdona! ¿Estás bien? -se apresuró a decir Sver.
-Sí, no te preocupes. Tan solo me sobresaltaste -respondió Shura mientras se levantaba y se sacudía la falda y los pantalones.
Shura luego cogió su capa y se la puso por encima. Después, cogió un mapa en el que había ido señalando su progreso y se acercó a Sver.
-Aquí hay una ciudad. Si vamos ahora, deberíamos llegar antes de que anochezca.
-Perfecto. Ya nos estamos empezando a quedar sin provisiones.
-Sí. Además, ya me estoy cansando de tener que dormir en estas condiciones. Echo de menos una buena cama.
Los dos terminaron de prepararse y continuaron con su viaje. Tras un rato, a Sver le entró la curiosidad.
-Por cierto, Shura, ¿tú a dónde pretendes ir ahora? -preguntó.
La joven tardo un poco en contestar.
-Por ahora me conformo con alejarme del pueblo. Supongo que viajaré contigo algo más, si no es molestia.
-No, por supuesto que no. Es más, casi lo prefiero. Siempre es bueno tener compañía.
Continuaron caminando y charlando de vez en cuando hasta que el sol empezó a ponerse y, tal y como Shura había dicho, una ciudad se alzaba cerca de ellos. Sin mucha dilación entraron.
Había varios faroles que iluminaban las calles y los edificios eran de piedra, pero no demasiado altos. La entrada consistía en una amplia plaza adoquinada con una enorme estatua en el centro.
Los dos jóvenes se acercaron. La estatua era de piedra y representaba a un hombre alto vestido con una ornamentada túnica, con una pose que denotaba seguridad y una melena que llegaba hasta la mitad de la espalda, de la que surgía un par de alas membranosas recogidas. El tiempo había erosionado el rostro del hombre, pero sobre su cabeza descansaba una extraña corona.
-Emón, el Dios Blanco, hijo de la Llama y la Noche, padre de los dioses, el Dragón Blanco del Trueno, rey de Oronus... -dijo Shura nombrando de distintas formas a la divinidad.
-Así que ese es su aspecto. Nunca había visto ninguna representación suya -admitió Sver.
Shura no respondió.
-¿Qué es ese ruido? -preguntó Sver finalmente.
-Parece gente celebrando algo -dijo la psíquica, extrañada.
Movidos por la curiosidad, ambos siguieron el sonido y llegaron a otra plaza en la que había un montón de gente riendo y festejando.
-¿Por qué está todo el mundo tan contento? -preguntó Sver a un ciudadano.
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Esdria
FantasyHace mucho tiempo, Lord Emón descendió de los cielos para desterrar a los demonios, grotescas criaturas de más allá de este mundo Ahora el mundo de Esdria es mucho más tranquilo y los demonios rara vez se ven Esta es la historia de cinco jóvenes de...