25. El maestro de Shura

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 -¿De verdad es necesario que lleve yo todas las provisiones que estamos comprando? -dijo Sver cuando Shura le dio otra bolsa que acababa de comprar.

 -Cuando ya no puedas con más, empezaré a llevar yo -dijo Shura.

 -¿Y no podrías ahora? Tienes tus poderes psí...

 Shura cerró la boca de Sver con su telequinesis.

 -No queremos que nadie sepa eso, ¿no? -dijo Shura acercando su cara a la de Sver- Ahora vamos, tenemos que continuar comprando.

 Sver suspiró. La noche anterior llegaron a Admirit, una ciudad bastante grande. Lars, el hoschi de Tenai se negaba a pasar entre las estrechas calles, por lo que la sombramante decidió quedarse en las afueras con su mascota mientras Sver y Shura compraban provisiones.

 La psíquica se acercó a otro puesto y compró algo de fruta. Luego se la dio a Sver y empezaron a caminar, pero se detuvo de golpe. Luego llevó su mano a la empuñadura de su espada.

 -¿Qué ocurre? -preguntó el ulemo.

 -Demonio.

 Shura desenfundó su espada y se giró. Sver dejó caer las provisiones y sacó su orbe de Ulema de una bolsa, que empezó a brillar con un inconsistente tono amarillo.

 De un recodo, salió una bestia alargada, provista de diez finas patas. En su lomo, llevaba varias bolsas cargadas y sus ojos brillaban con un color blanco.

 -¿Qué es eso? -preguntó Sver, ligeramente asustado mientras veía al ser acercarse.

 -Espera... un demonio con esos ojos...

 Shura se relajó y guardó su espada en la funda. Luego se acercó al demonio, que se detuvo, y se agachó a su lado. La psíquica empezó a acariciar su cabeza mientras miraba los ojos del demonio. Luego, la joven se levantó y la bestia continuó caminando, pasando al lado del ulemo pero sin hacerle nada.

 -¿Qué? -preguntó Sver, confundido- ¿Qué acaba de pasar?

 -Ve a llamar a Tenai -dijo Shura con una pequeña sonrisa en la boca mientras veía al demonio alejarse.

 -¿Qué? ¿Por qué?

 -Vamos a ver a un amigo mío. Por cierto, recoge todas las bolsas que tiraste.


 -Y este amigo tuyo, ¿quién es? Mejor dicho, ¿tú tienes amigos? -preguntó Tenai.

 Estaban subiendo por una cuesta siguiendo las indicaciones de la psíquica.

 -Cuando lleguemos, no os asustéis -dijo Shura.

 Poco después, se detuvieron frente a una enorme parcela en la que se encontraba una mansión. Shura llamó a la puerta del edificio.

 La puerta se abrió y al otro lado había un extraño ser. Era como una bola grisacea flotante, con tres pares de extremidades colgando de los lados y con dos ojos blancos brillantes.

 -Buenas tardes, me gustaría ver al señor Mastis -dijo Shura.

 La puerta se cerró de golpe.

 -Ese balón deforme, ¿qué era? - preguntó Tenai.

 -Un demonio -contestó la psíquica.

 -¡¿Qué?! -exclamó la sombramante.

 Antes de que nadie pudiese contestarla, la puerta se abrió. Detrás, había un hombre de unos cincuenta años. Tenía ojos verdes y unas gafas redondas. Vestía con pantalones blancos y una chaqueta azul. Cerca de él, flotaba el demonio con forma de globo.

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