Juicio y Venganza

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NARRADORA

La hora había llegado.

La noche era avanzada y la luna ya había alcanzado su máximo apogeo. Entre aquellas notas silenciosas que deambulaban por su cabeza, Deyan esperaba que su canción acabase con un silencio profundo y solitario. Una mentira tras otra intentaban calmar su mente, pero cuando la justicia llega no hay manera de evitar el castigo y las consecuencias de sus actos.

De pronto, un estruendo golpeó los cielos y en menos de un respiro apareció Edgar, rodeado de un aura de luz. Deyan lo observó con atención por un momento; seis enormes alas cubrían su esbelta figura, llena de hermosura pero también de desprecio. Sus miradas se cruzaron, y Deyan apartó sus ojos de los suyos debido a que debido a la enorme presencia que le acompañaba sus ojos desprendían fuego del dolor por reaccionar a un ser que portaba la presencia del Todopoderoso.

Sin embargo, eso no evitó que se pusiera en pie y se atreviera a encarar de frente su destino. Deyan notó que Edgar portaba su espada, y que la desenvainó con calma sin despegar sus ojos de su objetivo.

-Sabes a lo que vine, ¿verdad?-preguntó imponentemente el ángel con voz de trueno.

-Si....-contestó Deyan con una sonrisa nostálgica.

-Deyan, has incumplido la promesa que una vez le hiciste al Todopoderoso. Te has puesto en contra de la luz y has volcado tu corazón a las tinieblas. ¡Has sido acusada de interferir en muchos de sus planes aquí en la tierra y por lo tanto, serás destituida de la luz y serás devuelta a tu estado anterior!

-¿Qué?-preguntó Deyan sorprendida al escuchar la última parte.-¿¡acaso no tenían pensado echarme a las tinieblas?!¿¡Por qué van a volverme a como estaba antes?!

-Esa es la decisión del arcángel Miguel.

Deyan se quedó en silencio, asintió con pesar y finalmente entendió a las malas que su papel como ángel de luz no fue del todo correcta. Al fin de al cabo, ella fue puesta como compañera de un ángel de misiones para aprender a confiar en Dios, pero hizo lo contrario al pensar que con la experiencia acumulado por años podría resolverlo a su manera. Dañó a sus misiones, y sobre todo a Joshua. No le permitió crecer como ángel Guardián y claramente lo había apartado de lo que tenía que enfocarse por preocupaciones vanas.

Su lucha con su pasado no la dejaba tranquila, y claramente tenía un asunto que resolver. Por otro lado, sabía que Gin, Brandy, Vodka y el infierno no estaría contento si se enteraran de lo que había pasado recientemente. Sí, aún tenía mucho por hacer.

-Esta bien, lo acepto.

-¿Lo aceptas?-preguntó dudosamente Edgar al conocerla mejor que nadie.

Deyan sonrió malvadamente.

-Ja, ¿quién crees que está luchando con tu alumno preferido ahora mismo?-soltó con felicidad finalmente al ver a Edgar cambiar ligeramente su semblante.

-...Brandy.-susurró amenazante sin despegar sus ojos de ella.-tú, tú planeaste todo esto. Claramente no has cambiado nada.

-Tienes razón, yo que tú me apuraría e iría a ayudarlo.

-No, no lo haré.-sentenció firmemente.

-¿Cómo que no?.-preguntó Deyan ocultando su sorpresa encogiéndose de brazos.

-Al contrario que tú, yo no me dejo llevar por mis emociones. Yo confío en que Dios ayudará a mi alumno contra toda oscuridad que se le presente, así que no pienso moverme de aquí.

-Que estúpido.

-Eso se llama fe, y creo que ese fue el error que te llevó a esto ¿me equivocó?-preguntó Edgar con la mirada penetrante y a la vez satisfactoria.

Ángel Guardián [CRISTIANA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora