¿Quién eres tú?

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NARRADORA

Claudia pensaba todo el tiempo en su madre, recordaba que siempre que hacía algo lo hacía de la manera más rápida posible. No era de extrañar que odiaba la lentitud y que pasaba día y noche trabajando sin cesar. El trabajo la esta matando, tanto que cuando llegaba a casa ya ni se acordaba de su nombre, sino que un vago pensamiento le animaba a dormir las escasas horas que tenía antes de irse de nuevo a trabajar.

Ella solo quería pasar un momento a solas con ella, cocinar algún postre juntas, hacerse trenzas por las noches mientras hablaban de mascotas o hacerle la manicura en mitad de una película graciosa.

¿Acaso era mucho pedir? pensaba Claudia.

CLAUDIA

Rápido...

Esa palabra inundaba mi mente mientras estaba corriendo hacía la papelería Hilton que se encontraba a tan solo cuatro manzanas de mi casa.

De repente, oí que una voz me llamaba desde lo lejos.

???: ¡Claudia!

Inmediatamente me detuve y miré hacia atrás, no vi a nadie. Pensé que tal vez solo fue fruto de mi imaginación y nada más.

¡Tenía razón!, la rapidez de hacer las cosas me esta estresando, al igual que a mi madre.

No sabía que tanto trabajo le hiciera escuchar voces. Decidí ignorar lo que sucedió y me encaminé de nuevo a la papelería, cuando llegué compré lo que necesitaba.

...

Salí muy satisfecha de aquel lugar, la papelería cerraba en 10 minutos y si no me hubiera apurado en venir no habría podido alcanzar a comprar todo lo que necesitaba. Pero en la calle por la que pasé hace tan poco tiempo y escuché aquella voz, encontré algo tirado en el suelo.

Cualquiera hubiera podido tirar algún papel o un chicle , pero yo no vi eso, vi...una pluma., una pluma blanca y resplandeciente.

Era lo más hermoso que haya visto en mi vida, era muy suave y hermoso, mucho más grande que la palma de mi mano. Parecía un milagro que no tuviera ninguna mancha.

Para que nadie pensara que me estoy cogiendo basura de la calle, decidí meterlo en mi bolsillo, este era muy grande, así que nadie, por más curioso que sea, no podría ver lo que hay en el interior.

 Para que nadie pensara que me estoy cogiendo basura de la calle, decidí meterlo en mi bolsillo, este era muy grande, así que nadie, por más curioso que sea, no podría ver lo que hay en el interior

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Llegué a casa y nada más pasar esa bendita puerta me fui a mi habitación y me tiré en los brazos de Morfeo. Estaba muy cansada y lo único que quería era dormir en ese momento, cerré los ojos y de pronto me acordé de la pluma que llevaba en mi bolsillo así que entonces la saqué y la observé detenidamente.

— ¿De quién será esta pluma? — dije con curiosidad— no creo que sea de un pájaro, esta pluma es grande, y aquí no hay granjas cercanas, ¡Estamos en Chicago!. Además, ¡es casi imposible que una pluma de estas se encuentre en la calle en tan perfecto estado!

???— Es mía.

Mi alma se estremeció por un instante, volví a oír a esa voz que venía a mis espaldas como en las películas de terror y suspenso. Decidí voltear la mirada y ver quién era temiéndome lo peor. Sin embargo, no había nadie, ahora sí que me estaba volviendo loca, estaba escuchando voces y no sabía cómo sacarlas de mi mente.

¡Necesito relajar mi mente!...

Así que decidí en que lo mejor sería tomar un vasito de agua. Fui a la cocina, cogí un vaso lleno de agua y regresé a mi habitación como si nada hubiera pasado. Sin embargo, al abrir mi puerta mi corazón se detuvo de pánico al ver cómo un desconocido husmeaba en mis cosas. Un chico de más o menos mi edad, con pelo negro y desordenado, unos ojos azul cielo y una mirada sencilla pero profunda.

El pánico aceleró mi sangre al máximo, podría ser un asesino en serie, un ladrón o alguien mucho peor. Sin embargo, eso no me asustaba, ya he pasado por cosas peores en la vida. No me iría a quedar de brazos cruzados sin hacer nada.

Lo primero que pensé era de que era un joven ladrón, así que lo que hice fue coger mi zapato (lo primero que encontré) y lo amenacé para que por un milagro se fuera.

— ¡Ni se te ocurra coger nada, ladrón! — le dije con zapato en mano. — !Vete de aquí!

El joven me miró y se sorprendió tanto que se tiró al suelo, asustado de su alrededor.

???— ¡¿Un Ladrón?!— dijo temblando, ¡¿dónde?!

Ahora la que se sorprendió fui yo.

— ¡Está en frente de mí!

— Pues yo no veo a nadie...— dijo frunciendo el ceño. Hay que ver que mentiroso es.

— ¡Me refiero a ti!, ¿Quién eres y qué haces aquí? — dije acercándome con furia.

El joven se sentó en mi cama con el semblante serio, como si la situación no le impidiera sacar conclusiones. Respiró y, después de un silencio que parecía infinito, dos grandes y brillantes alas surgieron de su espalda. Todo su ser se iluminó por una luz resplandeciente que lo vestía de una armadura blanca y resplandeciente.

Mis ojos no aguantaron aquel resplandor, me los tapé lo más rápido que pude, pero no pude evitar que salieran lágrimas. Sentía cómo mis pupilas, secas y adoloridas se entrecerraban fuertemente para evitar que se deshidrataran.

Tiré el vaso de agua y no me limité en recogerlo, no me creía lo que veían mis ojos. De pronto, la luz intensa cesó y el joven dijo suave pero seriamente:

— Me llamo Joshua y....soy un ángel.

Ángel Guardián [CRISTIANA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora