Guardián

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JOSHUA

Me quedé mirándola durante un buen tiempo, sus ojos reflejaban asombro y temor por lo que estaban viendo. Sabía que no debería haberle revelado mi identidad tan pronto ya que podría generar dificultades en mi misión pero, no pude predecir lo que pasó en adelante. Claudia, la joven que había descubierto mi verdadera identidad, se acostó en su cama como si no hubiera sucedido nada.

 Claudia, la joven que había descubierto mi verdadera identidad, se acostó en su cama como si no hubiera sucedido nada

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— ¡Estoy segura de que si me duermo y cierro los ojos, dejaré de estar viendo alucinaciones! — dijo angustiada.

— No soy una alucinación, ¡soy real Claudia! — dije acercándome a ella.

— ¡No me mires, no me hables, quiero descansar!....¡No eres real!

Eso fue lo que más me dolió y que me sigue doliendo hasta ahora, hay personas que, por más que le enseñen la verdad en su cara no pueden ver porque sus ojos están vendados con el engaño que este mundo les ofrece, mi primera misión se veía afectada desde ahora, ¿Cómo podría ayudar a esa alma si ni siquiera cree en mi existencia?

Me quedé haciendo guardia toda la noche. A pesar de las duras palabras que me dijo, el perdón es el amigo que te ayuda a amar a tus enemigos. Así que me puse al lado de su cama y con el semblante serio y erguido, me posé en mi espada para empezar la guardia. La noche es la escena en la que las tinieblas toman el papel de protagonismo y control, debía estar preparado.

Salmos 91:11. — Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos...

Me acordé de aquel versículo, sabía que una promesa, era una promesa y yo la cumpliría pase lo que pase. Pasaron las horas y en mi mente estaba reflexionando sobre mi próximo paso, hasta que, de pronto, me percaté que algo o alguien se acercaba por aquella zona suculentamente.

Me pareció muy extraño, mi espíritu no percibía una presencia maligna, sino que, al contrario, una presencia de gozo y paz. Aquella presencia se asomó por la ventana de la habitación de Claudia, me preparé temiendo lo peor.

???: ¿Joshua? ¿Qué haces aquí? — dijo con curiosidad.

???: ¿Joshua? ¿Qué haces aquí? — dijo con curiosidad

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Mi corazón dio un respiro de alivio, era Austin. Al igual que yo, era un ángel. Los dos fuimos ascendidos a ángeles guardianes. Era mi mejor amigo después del creador, claro.

Sonreí alegremente al volver a verlo. Noté cómo su pelo plateado brillaba con la luz de la luna, y sus ojos lavanda me transmitían calma en medio del manojo de emociones que me había ocasionado mi primer encuentro con Claudia. Más que un amigo y compañero, era mi hermano en fe, y juntos prometimos servir al Creador con nuestras vidas.

— ¡Austin! ¡Eres tú! ¡qué alegría me da verte! — dije acercándome a él.

— Yo digo lo mismo, pero dime... ¿Qué haces aquí?

— Estoy en mi primera misión. — expliqué dirigiendo mi mirada a Claudia, que dormía tranquilamente en su cama.

Austin desvió rápidamente la mirada a Claudia, se quedó muy sorprendido por ello.

— ¿Y ya estás haciendo guardia? — preguntó sorprendido.

— Si, así es.

Esta vez Austin se quedó muy pensativo, sus ojos confusos daban a entender que algo no estaba bien. Lo conocía muy bien.

— ¿Ocurre algo?

— No es nada, es solo que me parece muy extraño que tengas un caso muy fácil. Has empezado a hacer guardia desde tu primer día. Por cierto, ¿a qué iglesia va Claudia?

— ¡¿Iglesia?!— pregunté sorprendido— ¿Cómo que iglesia? Según yo sé no va a ninguna, por eso estoy aquí, para ayudarla a encontrar y aceptar al Señor.

— Entonces... eso significa que aún esta en peligro— dijo temerosamente.

— ¿En peligro?,¿De quién?

— De eso...— dijo señalando hacia la ventana. Pudimos ver que, desde lo lejos, empezaban a venir dos espíritus malignos, uno del miedo y el otro del odio, no era la primera vez que los veía.

Aunque son muy diferentes que los ángeles, son muy eficaces en su objetivo, no tienen forma humana. Son negras sombras que deambulaban por la zona buscando en quién entrar. Los dos espíritus inmundos se acercaban hacia aquí, pero...

¿Por qué?...

— No creo que Claudia esté en peligro. Después de todo, la estoy protegiendo, ¿no? — pregunté a Austin. El negó tristemente con la cabeza.

— No, no lo está.

— Pero ¿Por qué?

— ¿Es que no lo sabías Joshua? No puedes darle protección si ella no lo ha pedido. — explicó Austin— Fue por ello que me sorprendí al ver que estabas haciendo guardia. Al principio pensaba que tenías una tarea fácil; que Claudia era cristiana y que esa noche había orado por un ángel guardián. Joshua escúchame bien, si ella no lo pidió, no importa que seamos más poderosos que ellos. Ellos tienen el derecho de hacer con ella lo que quieran...esta desprotegida.

Mi corazón se vino abajo cuando me dijo aquello, no lo sabía. Pensé que el simple hecho de tener una misión te daba el derecho de proteger a la persona, pero no era así. Ahora Claudia estaba en peligro...por mi culpa.

— Se están acercando...— dijo Austin poniéndose en posición.

Entonces llegaron, aquellos dos espíritus entraron en la habitación de Claudia para llevar a cabo sus malvados planes. Se sorprendieron mucho al vernos allí, pero tan pronto se dieron cuenta de que Claudia no había pedido protección y que nosotros no podíamos hacer nada para impedírselos, empezaron a burlarse encarándonos nuestro mal trabajo. Sus risas y burlas llenaban mi interior de furia y tristeza. Austin se dio cuenta de lo que me estaba pasando y me dijo con voz suave pero firme:

— No es tu culpa...

— ¡Pues claro que lo es! — exclamó maliciosamente uno de los espíritus— ¡Deberían castigarlo por tan mal trabajo!

— ¡No los oigas! — dijo Austin— recuerda que no nos pueden hacer daño.

— Pero a Claudia si...— dije cabizbajo.

— Tranquilo, todo estará bien— me dijo subiéndome los ánimos.

— ¡Y lo será más cuando entremos en ella! — dijo el otro espíritu. Joshua y Austin cerraron sus puños ferozmente.

Acto seguido, los dos espíritus entraron dentro de la joven fácilmente. En cuestión de segundos, Claudia empezó a mover su cabeza de lado a lado desesperadamente. Sus ojos reflejaban tristeza y sus puños empezaron a cerrarse de miedo.

— Está teniendo una pesadilla...— dijo Austin.

— ¿Y cuánto durará? — pregunté angustiado.

— No lo sé, tal vez acabe en la mañana.

Me sentí destrozado por ello, me sentía tan culpable por no haber hecho lo que debía hacer, pero desde aquel momento me prometí 2 cosas:

1.— Nunca más volver a olvidarlo.

2.— Proteger a Claudia.

Ángel Guardián [CRISTIANA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora